La semana pasada, tuve una reunión en La Vera (San Juan de la Rambla), con jóvenes que han decidido vivir del campo y, en particular, cultivando papas y hortalizas, y no lo hacen con alegatos teóricos, están haciendo surcos, en algo más de 30 hectáreas de papas, se enfrentan a la polilla guatemalteca, a los importadores, a las grandes superficies y las papas dumping. Y también, a la desidia de la política agraria, por ejemplo, la Balsa de Tierra de Mesa está hoy vacía a finales de enero, cambiando las láminas en invierno Filomena pasó y dejó más de 150 litros/m2, y “el Cabildo estaba en Belén con los pastores” con numeras balsas vacías en el resto de la isla.

No hablamos de política, tratamos de cómo podemos autoabastecernos de papas, ya que el año 2020 importamos más de 60.000 Tm, ello significa en lenguaje de los jóvenes campesinos, con los rendimientos actuales y las rentas que demanden entre 1.500 y 2.000 agricultores cultivando papas. Ahora en la comarca Icod El alto- San Juan de la Rambla- La Guancha no llegan a la docena, con menos de cuarenta años. Estos jóvenes tienen claro que se puede vivir en el campo y del campo, para ello hemos de resolver temas básicos, control de las importaciones mientras tengamos producción local, mantener las ayudas que ahora están en 0.27€/m2 para agricultores, dados de alta en una OPFH. Tenemos otros cuellos de botella, que no tratamos en dicha reunión, la tierra, la palabra baluta en Tenerife, tierras de relva en La Palma, la palabra papas dumping que María Moliner introduce en su diccionario de la lengua castellana: venta de mercancía, como anzuelo, por debajo del precio de coste, papas a 15€/saco de 25 kilos.

¿Se producen en algún sitio del mundo papas con tales precios?

Aquí nuestros campesinos requieres entre 0.70 y 0.90k/papa. Tratamos de manera amplia los problemas del campo y la política agraria, los agricultores como gestores del territorio, ante el medioambiente y no el miedo ambiente, papel de los agricultores en la prevención de los incendios, etc. Otra lectura que hemos de hacer, es la separación que existe entre la formación profesional y el campo, la participación del mundo formativo-educativo en sustituir la cultura agraria que se transmitía desde la noche de los tiempos en familias, ahora cargada de cortocircuitos “teóricos”.

Una situación nueva: ahora tenemos tierra sin campesinos, por primera vez en la historia de las islas se puede dar hambre física, junto a las tierras balutas. Con anterioridad en todas las épocas, el hambre se producía por la sequía o por la carencia de tierra por numerosas familias, pero ahora se produce la novedad de tierra sin campesinos, y lo que vemos en nuestro entorno. En la alta política nadie habla de cambio de modelo, de diversificar la economía, el mundo agrario como una pata de la mesa, seguimos con las “alergias” que ha sembrado una economía de servicios, 16 millones de turistas. No quiero hacer predicción sobre cuando será la recuperación y coste de la misma, parece razonable que con optimismo miremos salidas espontáneas que están dando sectores agrarios. Hace 4 ó 5 años, no hubiera podido escribir este artículo, pero en la actualidad vemos luz, ya el campo no es una vía en extinción o territorio de viejos marginales, ahora vemos mujeres jóvenes con ganadería, con bodegas, Caideros de Gáldar, Barlovento, Fuerteventura, La Laguna, Fuencaliente, cultivos ecológicos de platanera, incorporándose un importante colectivo, siendo significativa la producción ecológica en La Palma, sobre todo plátanos y aguacates, donde el Cabildo se ha implicado. En este mismo campo hemos avanzado mucho, en el queso y en el vino, dignificando la calidad de lo que hacemos bien, no digamos la valoración y mejora de las cabras desde Fuerteventura a La Palma. En otro estado de cosas, el reconocimiento de la vaca basta y la oveja pelibuey, es decir, hemos hecho parte del trabajo agrario bien, y lo tenemos que dignificar, porque también hemos puesto muchas piedras en el camino, degradando social y económicamente estas actividades, limitando usos tradicionales básicos a los agricultores y ganaderos, prohibir que canten los gallos en las madrugadas canarias, o ponerles pañales a las ovejas (porque según los teóricos contaminan los acuíferos), que las vacas no tengan narigón, mientras nuestros muchachos se ponen pearcing en la nariz.

Estamos en tiempo de cambio, los jóvenes empiezan a mirar para el agro, seguro que en poco tiempo el campo y la naturaleza dejará de ser algo nostálgico y marginal. El estómago y el Covid 19 nos hacen mirar para detrás, en este plano hemos de asumir que el campo es posible si tratamos con dignidad y justicia a los que hacen surcos, no podemos pedir a los jóvenes canarios que produzcan papas con salarios de miseria, como malviven los campesinos en Egipto o los palestinos que cultivan en Israel, o bien que los excedentes del mundo vengan a Canarias como papas dumping, y que las grandes superficies no miren para la tierra y los campesinos de aquí.

“¡Ánimo juventud!, por un campo y una sociedad más solidaria, en la que han de estar incluidos los campesinos”