Un nuevo año siempre trae consigo promesas de enmienda, de mejora, de progreso. En 2020 asistimos a una aceleración de los procesos digitales y tecnológicos, efecto del impacto de la pandemia, el confinamiento y la famosa nueva normalidad. ¿Cómo afrontar desde el deporte estos procesos?

Para empezar, creo que los clubes y las federaciones tendrán que diversificar sus fuentes de ingresos. Y las entidades públicas deberán abrirse a esta realidad emergente, más allá de la mera política de subvenciones vigente hasta ahora. Las profesiones evolucionarán y surgirán nuevas capacidades en el deporte y la actividad física.

La pandemia nos ha llevado incluso a retransmitir partidos sin público donde los expertos en comunicación han tenido que reinventarse para no perder el disfrute deportivo. Se deben perfilar planes de estudios que dotarán a los alumnos de nuevos recursos y herramientas, o aparecen ya startups como Vifit que, con realidad virtual, une diversión y ejercicio. En estas semanas de alto nivel de restricciones soluciones de este corte podrían ser una buena alternativa para gimnasios o entrenadores personales. Soluciones gamificadas para entrenar e interactuar en un entorno inmersivo. Y algunos centros ya las están adoptando.

Se habla de protocolos en eventos musicales, terrazas, conciertos o teatros. En el deporte, por lo que se ve, todo es cerrar. Y eso es algo que me cuesta entender. Hay que diseñar una estrategia eficiente que regenere y dé valor a esta visión de una realidad que ya es presente. Y ocuparnos no sólo del deporte de élite: ¿qué alternativa podemos ofrecer a toda la población, jóvenes incluidos, que ahora no pueden practicar su deporte o actividad física y, en cambio, siguen viendo a sus equipos jugar por televisión?

También con lo digital se hace deporte: basta con ver cómo federaciones o clubes ya se han lanzado a este mundo, aún sin una clara protección jurídica. Nuevos campos profesionales se abren al deporte en su vertiente física y digital, evitando postureos posmodernistas. La posverdad desfigurará el progreso que ya estamos viviendo. Pero si estamos atados a conceptos que no tienen futuro, la vacuna no será efectiva. La tradición griega invitaba a“conocerse a uno mismo”. Pues conozcamos el año pandémico que ha sido 2020, revisemos su evolución para saber hacia dónde queremos ir. Es el momento de poner atención en cómo reinventar un futuro físico-deportivo más fuerte, abordando las vulnerabilidades que el virus ha dejado al descubierto.

En el siglo pasado, al escribir el libro De Spectaculis: Ayer y Hoy del Espectáculo Deportivo, reflexionaba sobre la clasificación del cuerpo humano y su práctica lúdico deportiva resaltando la existencia de un Cuerpo Mecánico del Humanismo-Renacentista a un Cuerpo Motórico, del Robot al Cyborg y Virtual. Se anticipaba algo de lo que se llegará a hablar con normalidad, y ya estamos vislumbrando. Hay que encontrar nuevas estrategias y programas para generar un entorno más resiliente. Y una carta de derechos digitales en el deporte para un uso positivo de la tecnología. Si en el pasado septiembre, el Real Decreto-ley 28/2020 se ha regulado la especifidad del trabajo a distancia y el teletrabajo ante el Covid-19, pues el entorno laboral del deporte también será un punto de análisis.

No pido más ordenadores o tablets como una simple aportación política en dispositivos: es preciso poner a disposición del profesorado los medios digitales que serán la esencia del cambio educativo. Las leyes se aprueban en el círculo político, pero la innovación dependerá de los profesores y maestros, los que comparten el día a día con el futuro talento. Usando el concepto del profesor Emilio Lledó (quien empleaba la expresión “asignaturesca” para catalogar un determinado modelo de educación), el deporte no es un modelo asignaturesco, sino que fluye con la realidad. Ya el mito de la caverna de Platón nos anticipaba un mundo de realidades, en el que existen cosas distintas a lo que comúnmente estamos acostumbrados a ver, donde algunos prefieren quedarse en su zona de confort y no apostar por el cambio. Lo importante en esto es aprender a distinguir con una mirada crítica lo que resulta valioso, para fluir en un mundo cambiante.

Esto es algo que siempre ha sido parte de mi vida arbitral. En el famoso VAR, y en lo que me gusta denominar como el nacimiento del árbitro digital, no es lo mismo tomar decisiones corriendo en el campo de juego que sentado ante una pantalla. El binomio que conforman el criterio arbitral y el uso de la tecnología requiere una formación adecuada, y el establecimiento de protocolos que no lleven a la interpretación personal de los árbitros.

El ejemplo resulta perfecto para definir ese mundo que deberá evolucionar con protocolos actualizados, del presente, y no del siglo pasado. El VAR en el fútbol, o el Instant Replay en el basket, han nacido para evitar las interpretaciones personales y aprovechar la tecnología para distinguir lo que no ve el ojo humano. No se puede re-arbitrar constantemente, o, como en el basket, estar permanentemente parando el juego para ver si la falta es antideportiva o no. La tecnología se compra: el criterio, no. Se educa, se entrena, y ahí radica la importancia de ligar la tecnología con las decisiones humanas. Esa es la filosofía del technohumanismo: usar la tecnología para mejorar el bienestar de las personas.

Si el conocimiento parte de la experiencia, por lo tanto, esta experiencia covidiana nos deberá servir para generar nuevos conocimientos prácticos. Lo vírico nos ha abierto a un nuevo espacio que proporcione luz al talento humano y a un futuro mejor. Núnca dejemos de ser un aprendiz que desaprende y se libera de aquello que no le deja avanzar.

En el deporte nos marcamos retos, nos preparamos, entrenamos. Unas veces se gana, otras se pierde. Pero nunca dejamos de ser deportistas en un nueva época de cambios que se convertirán en oportunidades.