Más allá de la crisis financiera o sanitaria, vivimos inmersos en la crisis de la esperanza.

Circula una encuesta en EE. UU., donde los blancos perderán la mayoría demográfica a favor de hispanos, asiáticos y afroamericanos y el país se ha partido en dos polos que, a su vez, se nutren de los mil pedazos sociales que claman por legítimas soluciones personales o familiares.

Hemos asistido, atónitos, al asalto del Capitolio, residencia del poder legislativo, porque la ideología reprimida se ha convertido en un arma, convenientemente usada por todos los implicados bajo la excusa de reinventar el futuro que todavía no ha sucedido.

Difícilmente se sale de un conflicto sin respeto ni diálogo.

En Europa, se han instalado la desconfianza, la desesperanza, la desilusión y el desempleo, impidiéndonos vivir como queremos, al mismo tiempo que dudamos de todas las ofertas que recibimos de los líderes sociales.

Cada vez, las personas estamos mas aisladas, somos menos autónomos, las ayudas son testimoniales por la falta de presupuesto, la ineficiencia del sistema sanitario en la búsqueda definitiva de una solución para el COVID-19 nos alarma.

Vivimos en una incertidumbre permanente. La tasa de desempleo juvenil suspende el futuro de todos ellos, pasamos marzo, nos encontramos con el verano. Pasamos el invierno y nos encontramos con los reyes. Llegamos extenuados al final del partido de tanto darle patadas al balón hacia delante sin soluciones de continuidad.

Los que llegamos no dejamos de mirar a los caídos en la cuneta y poca gente se emociona transitando por la incertidumbre o con el hecho de vivir en la cuerda floja, desde donde desconfiamos de nuestro futuro mientras consumimos nuestra paciencia.

Como dice la inteligencia del mago, con la inutilidad de los cartuchos quemados solo conseguiremos fuego en tomillo.

Un apunte sobre la injusticia social de esta pandemia: los empresarios que tuvieron en ERTE a 3,25 millones de empleados hoy solo les falta recuperar 750.000 a sus centros de producción.

¿Alguien sigue dudando que las ayudas al tejido empresarial deben abarcar todo el estado de alarma par recuperar empleo, cotizaciones, recaudación y esperanza?