Leo en Twitter que la revista Harvard Business Revue ha decidido no publicar el ranking de los 35 mejores CEO del mundo, que lleva realizando desde 2014. En menos de 140 caracteres, su director, Adi Ignatius, explica que lo único que evidenciaba era la falta de diversidad en las grandes empresas, diversidad de género, la inmensa mayoría hombres, y diversidad de razas, la inmensa mayoría blancos... Y leo voces que alaban su buena cabeza y otras que se alarman ante lo importante del tema. Que lo es. No sé si la decisión es la adecuada. De momento, algo de ruido ha hecho. Tal vez sería mejor publicar la lista y afear la ausencia de diferentes en las empresas, lo que las iguala en el tortuoso camino hacia la evolución, dejándolas en el paradigma de la planicie.

Prefiero esta conversación, que sube un poco el tono intelectual a la que sigue coleando semanas después de cambiar la última por la primera hoja del calendario, el-traje-no-traje de Cristina Pedroche. No seré yo quien lo juzgue ni me sume al runrún de un cuerpo prestado a un vestido sobre el que el murmullo colectivo especula antes, se excita durante y critica, tal vez alaba, tal vez machaca (o sea, que la crítica actúa como media estadística) después. A mí me da igual cómo se vista cualquiera; lo importante es que sea feliz..., aunque pase frío. Ni siquiera me siento capaz de opinar sobre el gusto, y no porque crea que sobre eso no hay nada escrito, que sí que lo hay y mucho, si bien se lee poco (en general). Tampoco voy a poner a la protagonista contra las cuerdas de la igualdad o de su flaco o grueso favor a sus congéneres, porque eso suele servir para lo que solaza a varias gentes, o sea, la división entre mujeres.

Prefiero seguir con la conversación sugerida precisamente unos días antes de acabar el año en el Santander Women Now, donde moderé una mesa redonda sobre Liderazgo e Innovación, con mujeres tan interesantes como Eva Cárdenas, Elena Fernández, Ana Vertedor y Ángels Ucero, que desde Inditex, primero, y el negocio inmobiliario, después, desde Correos, o empresas como SalesForce y Cellnex, respectivamente, han trabajado y trabajan por la diversidad, la sostenibilidad y el desarrollo social. Ellas dejaron clara, sin invocar ismo alguno, la necesidad de diversidad en las empresas, de todo tipo, pero también la de que las mujeres levanten la mano, pongan sobre la mesa sus deseos. Evidenciaron que no hay por qué tener síndromes como el de la impostora, o el de la arrepentida, o el de la que todo-lo-sabe-o-tiene-que-saberlo. Resaltaron las bondades de dejarse ayudar y aconsejar por coaches, por mentores y mentoras. Y de algo fundamental, también muy desarrollado en la cultura femenina, la inteligencia colectiva, la que nace del grupo, del equipo, la que nace de la cabeza, pero también de la emoción.

Días antes había participado en otra conversación, que me llevó a una somera investigación. Me llamó una amiga, alarmada. –“Oye, ¿tú sabes que no hay mujeres directoras en los museos españoles?”. Pues no, no lo sabía. Y supe que había muy pocas, y desde luego no de los principales centros museísticos del país. Pero vaya que no es la excepción. Solo confirma algunas reglas. Por ejemplo, en un informe recientemente publicado sobre la diez mejores startup en España, solo dos están lideradas por mujeres, Fintonic, por Lupina Iturriaga, su fundadora, y Red Points, por Laura Urquizu. Por seguir con ejemplos, en las empresas del Ibex, solo hay un 21,92% de mujeres directivas; y una CEO. Y, siguiendo con el top de las empresas, de las treinta y cinco que lo componen, 14, es decir, más de la mitad, incumplen el requisito de la CNMV de alcanzar el 30% de mujeres consejeras en 2020. Mucho van a tener que correr para llegar a la nueva meta/recomendación del 40% en 2022. Si pasamos a la cultura, y nos remitimos solo a un galardón tan importante como el Cervantes, lo han recibido seis mujeres desde que comenzó a otorgarse en 1976 (no hagan las cuentas, que ya las he hecho yo: media docena en 44 años). Es de celebrar que, en 2020, Sonia Pulido haya ganado el Premio Nacional de Ilustración, Ana Locking, el de Moda y Ana Teresa Ortega Aznar, el de Fotografía. Y celebrable también que en el próximo mes de mayo Belén Garijo será consejera delegada y presidenta del Consejo de Administración de la multinacional alemana Merck. Enhorabuena a la mayor ejecutiva española en el extranjero, que, por cierto, en una reciente entrevista dijo: “Los líderes que no se rodean de equipos diversos no son líderes buenos”.