La crisis del Covid-19 en la aviación está siendo la más grave y larga de la historia. Según datos de la Asociación Internacional para el Transporte Aéreo (IATA), este pasado octubre el número de pasajeros a nivel mundial estaba un 71% por debajo del mismo mes del año anterior. El impacto ha sido más intenso en los mercados internacionales, con una caída del 88%. En otras palabras, a fecha de hoy el movimiento de personas a nivel global sigue paralizado.

Sin embargo, las cifras de reservas muestran que, cuando se relajan las limitaciones de movilidad y se reducen las cuarentenas, las reservas de billetes se incrementan y mucha gente quiere volver a volar. Así pues, a corto plazo, las esperanzas del sector están puestas en la vacuna y la posibilidad de relajar las medidas que limitan la movilidad. A pesar de ello, las predicciones más positivas determinan que la recuperación del tráfico a los niveles del 2019 no llegará hasta el año 2024.

Y es que el Covid-19 ha generado cambios fundamentales. La industria de las aerolíneas será más pequeña, por la desaparición de compañías y por fusiones. La competencia también podría ser distorsionada por el soporte desigual de los Estados al sector y la falta de coordinación europea. La falta de actividad en los grandes aeropuertos hub liberará capacidad generando oportunidades para la entrada de nuevos competidores, especialmente compañías de bajo coste. Por otro lado, la eficiencia de los sistemas de videoconferencia puede producir cambios de comportamiento y reducir la necesidad de los viajes internos de las empresas, así como los relacionados con reuniones con clientes y formación. La reducción de los viajeros de negocios, que pagan precios más altos, sería un golpe importante.

¿Cuál es pues el futuro del sector? Desde la industria de la aviación se han hecho algunas propuestas, entre ellas el Informe de la Mesa Redonda de la Aviación, un acuerdo firmado por más de 20 organizaciones europeas del sector que definen áreas prioritarias para la recuperación, mayormente centradas en la transformación digital y la tecnología como manera de llegar a las cero emisiones netas de carbono en el 2050.

En este sentido, para la refundación del sector, teniendo en cuenta su sostenibilidad económica, ambiental y social, yo consideraría los siguientes aspectos:

Primero: hay que preservar la integridad del mercado europeo de la aviación. Esto incluye la competencia leal, evitar las distorsiones en el mercado y las estrategias para recuperar la conectividad de las regiones que quedarán desconectadas.

Segundo: la innovación tecnológica y los mecanismos de mercado (comercio de emisiones) serán parte esencial de la solución a largo plazo a la sostenibilidad ambiental, pero a corto plazo el sector debe reformular su modelo de negocio. Esto pasa por que éste tome un papel activo en las medidas de gestión de la demanda, las cuales suelen verse como un ataque. Entre ellas destacan incrementar la intermodalidad y la sustitución de vuelos de corto radio por trenes de alta velocidad.

Tercero: se debe aumentar la resiliencia a los shocks, no solo desde el punto de vista operacional y financiero, invirtiendo en inteligencia artificial de forma decidida, sino también desde un punto de vista estratégico. Incorporar la incertidumbre es fuente de oportunidades.

Cuarto: hay que conocer mejor a los pasajeros y los cambios en los hábitos de consumo que se están produciendo para proporcionarles una buena experiencia de viaje. En este sentido, la transformación digital es un buen instrumento, pero hay que ir más allá de adoptar la regulación para mostrar un compromiso con unos valores. Por ejemplo, los miléniales están dispuestos a pagar más por productos sostenibles, pero los estudios muestran que simplemente seguir la regulación ambiental es insuficiente para atraer a los clientes.

Quinto: solo el 3% de las consejeras delegadas y presidentas de la industria de la aviación son mujeres. La pandemia del Covid-19 ha aumentado aún más la brecha de género, ya que los despidos y los ERTE han afectado mayoritariamente a los cargos bajos e intermedios, frecuentemente ocupados por mujeres. La aviación no puede seguir ignorando que la reducción de la brecha de género proporciona mayor productividad y permite utilizar todo el potencial de la fuerza laboral.

Solo un enfoque inclusivo que considere los cambios fundamentales, pero que también reconozca los cambios en los valores de la sociedad, garantizarán la adecuada transformación del modelo de negocio y el futuro del sector.