Acabamos de cerrar el 2020, al que recordaremos por el impacto de la COVID-19 en nuestras vidas. Un virus que cambió el devenir del año, pero que también ha traído algunas mejoras en la vida de las personas, en pleno impacto de la aceleración digital. La innovación, revalorizada hoy, acentúa la necesidad de aceptar un mundo híbrido que generará dinamismos deportivos sostenibles. Una innovación centrada en las personas y no sólo en la tecnología. 5G, Inteligencia Artificial, Big Data, Internet de las cosas (IoT) pero sin olvidar el Internet de las Personas (IoP). El deporte supone un 3.3% de nuestro Producto Interior Bruto (PIB) y el 2,21% del de la Unión Europea. Su impacto con la pandemia ha sido evidente. La vacuna abre una esperanza, pero el deporte también se tendrá que vacunar para acabar con ciertos modelos que en 2021 tienen que regenerarse.

No es lo mismo diseñar políticas deportivas de contención del virus (que eviten menos contagios en el plano deportivo, aspirando a recuperar la vieja normalidad), que asumir una verdadera reestructuración para alcanzar un grado de inmunidad en futuros periodos de pandemia. Hoy hay que adelantarse a nuevas formas de sentir el deporte: desde las federaciones y en la misma práctica físico-deportiva, más allá de cómo la conciben hoy las instituciones.

La pandemia ha provocado un tsumani de cambios que nos ha colocado en un mundo que algunos creían utópico. El 2021 debe convertirse en el gran momento para mejorar nuestras vidas y seguir disfrutando del deporte. Ya se promueven competiciones virtuales en ciclismo, simuladores de coches y nuevas prácticas virtuales en casos como el del fitness. El confinamiento elevó el valor de recursos incluidos dentro de la llamada Zoomificación y los tutoriales virtuales.

La tecnología ha comenzado a moldear nuestros hábitos deportivos. En los Juegos Olímpicos de París 2024 se introducirán nuevas modalidades como el Skate o el Breakdance, que han nacido del sentimiento lúdico en el mundo urbano y de una sociedad joven que quiere disfrutar deportivamente de otra manera. En los Juegos de Asia 2022 los esports tendrán medalla, respondiendo a la misma premisa.

Estas nuevas realidades no se circunscriben sólo al deporte: hemos visto cómo el teletrabajo ha pasado de ser menospreciado o demonizado a convertirse en un recurso óptimo para muchas empresas. La realidad aumentada se adentra en sectores como el turismo (aportando información de interés a los tours) o los videojuegos (Pokemon Go es el paradigma), en un nuevo concepto de movilidad urbana que ha empujado a las personas de todas las edades a caminar, relacionarse e incluso conocer espacios históricos. Las ciudades se perciben de otras maneras con la tecnología.

En este futuro que es presente, el deporte no será inmune a estos cambios disruptivos.

Interesante me ha parecido la propuesta del Plan Marshall del Deporte que agrupa a asociaciones de federaciones deportivas de varias comunidades autónomas en España: se plantean 27 actuaciones para el Siglo XXI, algunas de ellas en el ámbito de la digitalización. Impulsando el reconocimiento de los esports y redefiniendo la fiscalidad, la ocupación laboral y la financiación.

Lo cierto es que ya en 2021 necesitamos políticas más proactivas que reactivas. La nueva realidad nos llevará hacia otra casilla de salida, con nuevos modelos que nos harán vivir entre lo tradicional y lo nuevo. Nuevas normas, nuevos planes de acción y una nueva carta de navegación.

Poder ver a jóvenes y adultos usando plataformas digitales para jugar o hacer ejercicio es algo que no sólo sucederá, sino que ya está ocurriendo. El deporte y la actividad física se valorarán aún más en este renovado escenario. Sin embargo, se necesita un marco de seguridad jurídica donde los expertos deberán ayudarnos a dar sentido a estos cambios.

En general, debemos mejorar como seres sociales con unas herramientas más potentes que nunca. Si en un entorno de mayor conectividad no se mejoran las relaciones sociales, algo falla. Hay que prevenir la tecno-adicción, la tecno-ansiedad, la tecno-fatiga, la tecno-beauty o la tecno-escaqueo en la educación online. Progresarán quienes aprendan de la pandemia: los que desesperadamente se empeñan en detener el reloj y volver hacia atrás se quedarán con lo peor de este tiempo nuevo. Vivir en el presente en lo que Eckhart Tolle denominó el poder del ahora.

Al principio de la pandemia se compraba de manera compulsiva papel higiénico. En la desescalada se compraban ordenadores, tablets, webcams… Algo importante ocurrió. Hasta el punto que ya se plantean, en escenarios más amables, trabajos híbridos, que combinen lo presencial con el teletrabajo. El fenómeno se ha replicado en el deporte.

En el plano profesional, la tecnología ha propiciado nuevos modelos de negocio y vectores para su desarrollo, a través del análisis del juego, el Big Data de los deportistas para su mejor performance, medios audiovisuales optimizados, el streaming, el enfoque del entretenimiento deportivo. Como bien expresa el experto en Marketing Carlos Cantó, la industria del deporte tiene que sustentarse en el concepto híbrido del sportainment (deporte y entretenimiento), el engagement de los fans, nuevas experiencias en realidad virtual (VR) y aumentada (AR) y experiencias inmersivas que generan nuevos contenidos

deportivos. Por contra, el patrocinio deportivo pierde visibilidad en partidos a puerta cerrada: y eso es algo que hay que solucionar.

Por mi parte, propondría proyectos de gamificación en las ciudades. Esto es, gamificar el espacio público de una manera tan simple, por ejemplo, como con el uso de los patinetes, o con la creación de drone corners. Y con mil iniciativas posibles más. El 2020 ha supuesto una transformación digital obligatoria, pero en 2021 habrá que normalizar su buen uso. La clave será no ya imaginar soluciones, sino hacer las preguntas adecuadas. Opiniones hay muchas, y cada uno defenderá la suya. Pero innovar no es sólo inventar sino también dar valor añadido a modelos tradicionales para un mejor uso. Encaramos el reto de adaptarnos a nuevas realidades, que serán cada vez más en el futuro.

ormar y educar a los demás.

Todos estos cambios, cuando son puestos en práctica todos los días por miles de millones de personas, pueden tener un enorme impacto.