En estas fechas tan señaladas recuerdo con cariño experiencias profesionales llenas de buenos momentos, en especial la inauguración del aeropuerto de El Hierro y mi último trayecto profesional el día treinta de diciembre de 2015, después de poco más de veinticinco años trabajando para Binter.

El aeropuerto de Los Cangrejos fue para la isla la puerta que se abría hacia los cielos canarios aquel mes de diciembre de 1972, para en un brinco de apenas media hora de avión llegar a Tenerife, mientras el viaje en barco tardaba casi un día en alcanzar su destino. A partir de esa fecha todas las aeronaves cuyas características técnicas le permitían operar en los 1.000 metros que inicialmente tenía la pista comenzaron a utilizar estas instalaciones para todo tipo de vuelos.

Las satisfacciones que me ha brindado la Isla de El Hierro y sus habitantes ayudarán a que exprese el honor que siento al haber contribuido desde mi responsabilidad como piloto de Binter al servicio que hemos prestado a los herreños y a todas aquellas personas que utilizan el medio aéreo para desplazarse por nuestro archipiélago. Las circunstancias laborales permitieron que el amor a nuestra tierra y el desarrollo de mi profesión hayan confluido volando por estas islas, y ha sido especialmente en el aeropuerto de Los Cangrejos y en la isla de El Hierro donde han transcurrido las vivencias mas bonitas de mi vida, al recibir siempre de sus habitantes amistad y afecto, a cambio de haber realizado una vocación convertida en profesión con la entrega y la dedicación que requerían las circunstancias de cada momento.

El destino ha querido que los cuarenta y ocho años de actividad de este aeropuerto me recuerden que son los mismos que he estado apasionado por la aviación, desde mi formación como piloto de complemento en el Ejército del Aire, donde ingresé en septiembre de 1972, hasta el trabajo en las compañías aéreas comerciales, acabando los últimos años de profesión en Binter, volando entre “nubes y chocolatinas”.

Tuve la fortuna de conocer el aeropuerto de Los Cangrejos en noviembre de 1990, en un primer vuelo como piloto al mando de un ATR-72, disfrutando desde entonces de todos y cada uno de los viajes que he podido realizar a la isla, casi siempre tripulando aviones y en algunas ocasiones invitado a pasar unos días de descanso por personas e instituciones que siempre me han ofrecido su cariño y hospitalidad.

Binter fue mi hogar aeronáutico durante más de media vida profesional. La Dirección de la compañía me recibió en 1990 con las alas abiertas y me dijo “hasta siempre” en diciembre de 2015, con el reconocimiento a un trabajo que realicé con dedicación y entrega a nuestros clientes.

Ahora, ya jubilado, he viajado en alguna ocasión a El Hierro y sigo percibiendo que la isla y sus habitantes conservan esa belleza e identidad que conocí cuando comencé a ejercer mi trabajo volando por el archipiélago. Gracias, pueblo herreño. Gracias, Binter.