Entre tanta incertidumbre, una buena noticia para las PAS y el resto de la sociedad. Ese porcentaje de nuestra gente denominada como Personas de Alta Sensibilidad (PAS), propuesto en los noventa por la Dra. Elaine Aron, ha recibido un respaldo destacado desde el campo de las neurociencias, confirmando algunos de sus postulados básicos.

Se trata de un grupo de investigación de Europa y Norteamérica, liderados por la doctora holandesa Corina Greven, que han publicado un trabajo amplio donde actualizan lo que se conoce y ordenan lo qué debería estudiarse. Dos de sus conclusiones parecen relevantes: que hasta un tercio de la población general podría ser PAS, y que no es un trastorno sino un rasgo biológico del carácter individual, en un continuo de sensibilidad, y que identifican con cierta metáfora floral y su cultivo diferenciado: las personas de baja sensibilidad con su diente de león; las de mediana sensibilidad con su tulipán y las de alta, con su orquídea.

¿Quién es PAS y cómo se mide? Cualquiera que intuya que su percepción física y emocional de las experiencias externas es intensa o muy intensa, y que lo puntúe en el cuestionario que existe para ello, podría pensar inicialmente que sí pertenece a ese grupo social (https://pasespana.com/). El tema en España ha ido ganando fuerza y visibilidad, con las iniciativas que el presidente de su asociación nacional ha promovido como la petición ante la ONU de declarar cada 6 de octubre Día Mundial de la Alta Sensibilidad (World HSP Day); campaña aún activa en la plataforma change.org

Cuántas personas altamente sensibles han terminado por asumir esos epítetos negativos asociados a muchas de ellas (susceptibles, raras, sufridoras, tiquis miquis… cerradas, distantes sociales… nerviosas, etc.) desde una sociedad educada hasta hace poco en la no-diversidad y el maltrato a las personas que no sienten como la mayoría, sobre todo si eres PAS y además hombre. Para el citado grupo de neurociencia, la alta sensibilidad de procesamiento sensorial (SPS) es una característica individual que tiene tantas ventajas como inconvenientes, dependiendo mucho del tipo de ambientes que rodean a estas personas. También están en marcha los estudios SPS en la infancia y en los animales.

Entre esas ventajas, y en contextos favorecedores, se ha encontrado una mayor creatividad y gran habilidad cognitiva de procesamiento y memoria, capacidad de asombro y placer asociado, gran empatía social, etc. También, con chicas adolescentes PAS, un mayor aprovechamiento de programas escolares en resiliencia, y en reducir tanto su sintomatología depresiva como su victimización ante el acoso escolar. Entre las desventajas, en ambientes desfavorecidos, se ha encontrado niveles altos de estrés, baja satisfacción vital y subjetiva, depresión, ansiedad, displacer parental y laboral, etc.

Un paso esencial en la salud y bienestar de las personas altamente sensibles es, con ayuda o sin ella, conocer, aceptar y planificar su vida como tales, en los diferentes ambientes que les rodean (familiar, educativo, laboral, ambiental y cultural) para crecer con sus ventajas y reducir los factores de vulnerabilidad. Si hasta 1/3 de la población general puede ser PAS, ¿no andaría mejor el mundo con sus tres patas cuidadas y ajustadas?

Aprendamos a juzgarnos menos y estiremos el aire de nuestra convivencia (post-pandemia) con una tolerancia más invisible y una aceptación indolora de las diferencias, para que la sensibilidad intensa de una parte de la humanidad pueda florecer y desarrollarse en la armonía global.