Adriana Lastra se descolgó ayer con un tuit agresivo atacando a quienes critican la publicidad del Gobierno sobre las cajas de vacunas, acusándoles de ser “patriotas de pacotilla”. Lastra se refería a un tuit previo de Pablo Casado, pidiendo al Gobierno que garantice una distribución de la vacuna “equitativa y sin propaganda”.

El mero hecho de entrar a la gresca en este debate me parece sorprendente, incluso viniendo de alguien como doña Adriana, capaz de exigir al mismísimo Felipe González que se calle, o de calificar de cacatúa a Teodoro García Egea. A la señora Lastra le ha tocado en el PSOE el papel de ser la crítica de los críticos al Gobierno de Sánchez. Y ella lo hace con tal entusiasmo que con frecuencia se pasa tres pueblos.

La historia es que el Gobierno español es el único de los de Europa que se ha tomado la molestia de hacer que se etiquete con su logotipo los cargamentos de viales. Se trata de una ocurrencia propagandística de esas que se saca de la faltriquera Iván Redondo, para mayor gloria de su jefe. Otra estupidez de un Gobierno más preocupado por la imagen que ofrece de su gestión que por los resultados de esa misma gestión. Y una actuación desleal con el esfuerzo europeo, y con el acuerdo de no serigrafíar las cajas.

Las redes fueron anteayer un hervidero de comentarios y memes sobre los palets de las vacunas, comprados de forma centralizada por la Unión Europea y cubiertos no por las banderas de Europa y de España, sino por el logo del Gobierno. Algunos se preguntan cuánto se habrá gastado el Gobierno en dejar claro que la vacuna la ha traído él. Les faltó poner en cada caja de vacuna una foto de Sánchez o Pablo Iglesias, pero al final, lo que costara esta estupidez es lo de menos. Lo importante es la obvia intención del Gobierno que peor ha gestionado la pandemia en Europa de atribuirse en exclusiva la solución de la enfermedad que se espera y desea suponga la vacuna.

Por supuesto que el Gobierno de la nación, a través fundamentalmente del Ministerio de Defensa, responsable de la logística de distribución de la vacuna por todas las regiones, ha participado en este gigantesco esfuerzo, faltaría más. Pero la verdad es que si ayer comenzaron masivamente las vacunaciones en toda Europa, España incluida, no ha sido por ninguna brillante actuación del gabinete de Sánchez, sino gracias a una gigantesca operación conjunta coordinada por Bruselas, que dirigió toda la gestión del contrato con las dos farmacéuticas proveedoras Pfizer y Moderna. Tampoco la administración de la vacuna es competencia del Gobierno de la nación. El nuestro es un estado descentralizado, y la responsabilidad de vacunar a los ciudadanos corresponde a los departamentos de Sanidad de las comunidades, que han desarrollado en cada territorio sus protocolos.

En fin, que ayer era un día para evitar este tipo de debates, un día para felicitarse porque comenzamos por fin a ver la luz al final del túnel, un día para que la política dejara un espacio a la generosidad, se aplaudiera unánimemente el inicio de la esperanza y todo el mundo enterrara el hacha de guerra.

Es una auténtica vergüenza, pero España es el único país de Europa donde esta crisis ha enfrentado aún más a nuestros dirigentes, provocando una mayor división en el país, y el único en el que ayer no fue un día de alegría y felicitaciones por el enorme esfuerzo de todos.