Vivimos o malvivimos una situación, que, a todos, sin distinción, nos está complicando la salud mental y física. A los niños, que no entienden lo de la mascarilla; a los jóvenes, que les cabrea muchísimo que en la mejor época de su vida tengan que quedarse en casa y renunciar al tierno abrazo de sus abuelos; a los estudiantes y trabajadores canarios que desde distintos lugares quieren, con todo su derecho, volver a casa por Navidad, vapuleados por la confusión informativa y las falsas noticias; a tantas parejas que retrasan su boda soñada porque les superan los impedimentos; a los desempleados, que ya de por sí antes de la Covid-19 las pasaban canutas para conseguir un empleo, y ahora lo tienen mucho más difícil todavía; a los jubilados, que han tenido que renunciar a proyectos que habían programado mientras trabajaban duramente.

La situación no es fácil. Y como éramos pocos, aparece el Rey emérito reconociendo graves asuntos fiscales. Y encima estamos soportando proclamas y bravuconadas de muchos nostálgicos, que, amparándose en la sagrada bandera de todos los españoles, abren los baúles para desempolvar viejos uniformes y salir a la opinión pública amenazando a millones de españoles de buena voluntad que solo queremos convivir en paz, cuando la democracia les ha dado parlamentos e instituciones donde manifestarse sin tener que recurrir a los fantasmas del pasado, una actitud a la que el Estado de Derecho debe poner en su sitio en el marco constitucional.

Y de pronto llega a mis manos una monografía del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Laguna, publicada en 2017 con motivo de la Exposición conmemorativa de su 225 aniversario con el nombre de De donde viene el futuro, actuando de comisarios los profesores Antonio Francisco Canales Serrano y Ángel Gutiérrez Navarro, de la que destaco Los años de la esperanza (1931-1936), Los años oscuros (1936-1963) y Los años convulsos (1963-1978), que vienen como anillo al dedo de lo antes comentando, para que informemos y alertemos a nuestros jóvenes hijos y nietos que lo que pretenden dichos abanderados de ninguna manera se puede repetir, y mucho menos permitir que jueguen a buenos y malos, a balas y pistolas.

El 11 de marzo de 1792 un Real Decreto estableció en La Laguna una universidad, pero hasta 1817 no se impartieron clases en la de San Fernando, en la calle San Agustín, creada por el Rey Fernando VII, en lo que el lagunero Cristóbal Bencomo, confesor del Rey, metió mano e influyó en la división eclesiástica de Canarias creándose en 1819 la diócesis Nivariense en La Laguna, con lo que esta ciudad consigue una universidad y un obispado. Hasta 1929 no contó La Laguna con la primera mujer graduada, Mercedes Machado, licenciada en Derecho e hija del abogado Leocadio Machado, autor de la novela publicada en 1925 El loco de la playa, que he recuperado para el libro Historias de El Médano y el loco de la playa de Leocadio Machado, de reciente publicación.

La construcción de la Universidad en el lugar actual, destinado inicialmente a hospital, fue un proceso complicado por la escasez de recursos, si bien durante la II República la institución se puso al servicio de la educación popular, y en abril de 1936 la Casa del Pueblo se ofreció para una Universidad Proletaria dirigida a obreros, gesto que durante la Guerra Civil se convirtió en uno de los argumentos para la depuración del profesorado. Con el 18 de julio de 1936 el rector Jesús Maynar fue detenido, y el Ejército, primero, y la Falange, después, se hicieron con el poder universitario, y profesores como Elías Serra Rafols o José Peraza de Ayala eran encarcelados por orden expresa del gobernador civil de turno.

Con la dictadura, la situación de la Universidad empeora tanto que, en 1950, en la visita de Franco, su rector, José Ignacio Alcorta, pronunció un “vibrante” discurso “agradeciendo al caudillo que con su espada resucitara la hermandad perfecta de las Armas y las Letras de la época imperial”. Más adelante, entre otros, el rector Antonio González, en los años 60, en plena dictadura, tuvo la hábil valentía de dignificar nuestra Universidad.