Cuenta Jonas Jonasson que una vez un hombre se escapó de la residencia de ancianos el día de su cien cumpleaños. Con una maleta propiedad de un delincuente y uno de sus matones muerto, comenzaría una huida épica maridada con recuerdos delirantes de su vida. Es la vejez contada desde la perspicacia y la vitalidad de aquellos que saltan el trampolín de la tercera edad con el único flotador de la jovialidad y la actitud activa. Sin duda, una forma muy nórdica de enfrentarse a una etapa extraordinaria y colmada de sabiduría, porque de confortabilidad, los vikingos saben mucho. Cuenta Vincent pichon-Varin que seis amigos de entre 60 y 85 años compartieron piso en París, con la saludable costumbre de hacer gimnasia cada día, conviviendo con los achaques propios de esa metafórica juventud de los octogenarios. Representaba el estilo de vida en esa pequeña democracia ateniense de la comunidad que supone elegir con quién quieres y estar y de qué forma. Y ahora hay que citar a Gabo. Imposible no acordarse de Florentino Ariza y Fermina Daza y su historia de amor apasionado que no conoció de años ni de muerte. En un país castigado por la cólera, los dos septuagenarios se reencontraron tras haber vivido miles de historias y experiencias unidas por la vejez final que tan bien reflejó García Márquez. Pero la literatura no sirve para planificar, solo para sentir y disfrutar de los que fue o lo que pudo ser. Por esa razón, la metáfora y el realismo mágico da paso a un modo de vida realista y radiante que ha llegado a Canarias para quedarse: el cohousing. Un anglicismo más propio del que determina un deporte sueco de alto riesgo que de una modalidad que cada año gana más entusiastas en las islas. Se trata de un modelo de vivienda intergeneracional comunitaria basada en el concepto de consumo colaborativo, un lugar donde se puede habitar y desarrollar actividades que permitan envejecer en compañía, de forma activa y tomando decisiones consensuadas; es ese equilibrio tan complicado de la vida privada y colectiva. Sus precursores en Tenerife y Gran Canaria se definen como un grupo de personas convencidas de que las formas tradicionales de viviendas para mayores no satisfacen sus necesidades, por lo que buscan alternativas para envejecer saludablemente junto a personas afines. Sin duda, plantean un proyecto de vida muy interesante que no solo está reservado para septuagenarios u octogenarios. Este plan en la isla lo conocí a través de un familiar que con entusiasmo exponía las ventajas de proyectar una inversión importante en zonas de Tenerife susceptibles de acoger este tipo de viviendas. Le pregunté si era un anhelo de ricos; me contestó que no, que en el grupo hay personas de todas las profesiones, gente de clase media. Es ilusionante plantear nuevos retos a partir de los 65 años, porque se contagia ese espíritu casi aventurero de abordar una hazaña que puede ser definitiva. Y son ya muchas las administraciones que están planteando los incentivos fiscales y facilitando los terrenos para la integración de un proyecto que propone una versión moderna de las sociedades comunitarias con los conceptos de la solidaridad y la ayuda mutua. Incluso, en algunas comunidades se ha avanzado en dar cobertura a nuevas fórmulas de promoción de vivienda, fórmulas jurídicas, o posibles cambios normativos con el fin de ceder uso de suelo público para facilitar el impulso a experiencias de cohousing. Hace unos meses el Ayuntamiento de Barcelona anunció que cedía suelo a cooperativas y entidades para promover mil pisos. Del total, está previsto que el 40% sea de covivienda, con una promoción para séniors y otra para personas discapacitadas, mientras que el 60% se destinará a alquiler asequible, social y muy social. Quizá Francis Scott Key Fitzgerald hubiera planteado de una forma diferente el caso de Benjamin Button de conocer las ventajas del cohousing; o quizá, la detective Miss Marple de Agatha Christie tendría un ánimo más calmado tras experimentar los beneficios de vivir en comunidad. Ya saben: olvídense de cumplir años y empiecen a cumplir sueños.

@luisfeblesc