En los últimos días, las noticias de todos los colores no fueron un carrusel divertidos sino un toro mecánico de feria que, unas veces arriba y otras abajo, tienen al español medio en la ruina y el desconcierto.

De entrada, después de dos prórrogas, los famosos “presupuestos de Montoro” pasaron al recuerdo y la suma de izquierdas, nacionalistas e independentistas dieron luz verde a su tramitación con la mayoría más amplia de la historia – 202 síes – y aprobaron las cuentas – 186 - con holgura. El éxito de Pedro Sánchez aumentó las distancias políticas y personales con Pablo Casado que, en este asunto, fue el ariete de las derechas, porque Abascal nunca se mueve e Inés Arrimadas, después de un voluntarioso acercamiento, tuvo que renunciar., trasquilada, a su pretensión de las exclusiones de ER y Bildu. El líder del PP repitió consignas y el partido en el gobierno recordó la recompuesta alianza de Colón.

Uno de los primeros efectos de esta noticia es la frustrada oportunidad de renovar la gastada nómina del Consejo General del Poder Judicial. Iglesias, muñidor del pacto presupuestario y blanco de las flechas conservadoras, amenaza con la reforma de la ley para la elección de los doce miembros de representación parlamentaria, con el establecimiento de la mayoría simple frente a la reforzada que ahora beneficia a la oposición. Y ésta amenaza a su vez con el Tribunal Constitucional y las instancias europeas para frustrar la pretensión. Mientras, Lesmes campa a sus anchas.

A todas estas, un chat de militares retirados del Ejército del Aire – cuyo contenido fue facilitado a los medios – expresa críticas iritadas a fuerzas parlamentarias – republicanos e independentistas - elegidas libremente y dentro del marco constitucional que a todos nos obliga, y al gobierno al que apoyan; advierte de la desintegración de España y alguno de los protagonistas entiende como solución el fusilamiento de veintiséis millones de ciudadanos, más de la mitad del censo nacional. La onda crece y, desmarcado de los excesos verbales, pero con igual intención y mejor lenguaje, un grupo de 271 oficiales jubilados, expresan los mismos deseos y sugieren la intervención real. Mientras, la pandemia, cal y arena, impone la angustia diaria y general y el castigo implacable a la economía, especialmente a los renglones más modestos, y a los sectores más vulnerables de la sociedad.