Todos los que estamos leyendo este artículo en alguna ocasión nos hemos preguntado esto… ¿Existe la pareja perfecta? Estemos casados, separados, arrejuntados, en segundas parejas, terceras... y viendo que seguimos en una situación que no es ideal, nos hacemos esa dichosa pregunta, sobre todo, cuando en nuestra relación vemos que existen carencias que no logramos suplir.

Llevamos nuestro día a día, trabajo, casa, economía, familia, hijos (comunes o no), problemas que van y vienen, pero cuando llegamos a casa, lo que esperamos es que nuestra pareja nos reconforte ante tanta adversidad, que nos dé paz y esas ganas de seguir adelante que tanto necesitamos, que nos dé risas, y esos momentos buenos. Todos deseamos eso. Pero al igual que tú, lo desea la otra persona. Habrá días en los que puedas tú, otros en los que pueda la otra persona, otros ninguno, y otros los dos. Y es ahí, cuando viene el desequilibro, cuando aparecen las carencias, cuando interiormente nos quejamos de la pareja que tenemos, cuando nos preguntamos “qué hacemos juntos”. Y cuando ese sumatorio hace que la balanza se desequilibre nos sentimos infelices y pensamos que es nuestra pareja la responsable de ello. Quizás un día te quejes, quizás un día lo hables, quizás te calles... irá en función de la repuesta de la otra persona, del diálogo y de la empatía como se pueda aprender a gestionar. Lo que nunca debe primar es el silencio, que ambos se reconcoman y terminen proyectando en el otro la propia infelicidad.

Hablar de carencias es importante, sobre todo porque es la parte crucial de la ecuación. Desde que nacemos tenemos carencias, sobre todo afectivas, nadie tiene una vida perfecta donde sus necesidades han sido suplidas, y desde entonces vamos buscando que sea nuestra pareja quien nos las proporcione. Quien encuentre la pareja que más le supla, encontrará la relación que más le llene y es así como empieza el bucle. Nadie te va a llenar lo suficiente y siempre sentirás que falta algo para llegar a esa perfección. Quizás cambies de pareja, o tengas una relación externa buscando eso que te falta, y quizás la encuentres, pero claro... encuentras lo que te falta sin valorar y sin ser consciente de lo que perdiste y cuando pasa el tiempo aparecen nuevas carencias, porque como dije antes, siempre las habrá...

Nos pasamos la vida buscando la felicidad pero dónde, ¿en la otra persona? Es un error común buscar fuera lo que no se tiene dentro, esperar del otro lo que tú no puedes dar, y encima, amargarte por no conseguirlo. La felicidad se construye desde dentro y es desde ahí, desde donde sólo podrás encontrar a la persona que camine contigo. A lo mejor tuviste suerte y la encontraste, a lo mejor no, pero como la pareja perfecta no existe (o sí) muchas veces te sientes en una encrucijada que puede que tenga que ver con la relación o que quizás tenga más que ver contigo.

Las personas vamos cambiando con el tiempo, evolucionamos, o involucionamos, puede que estemos en una relación tóxica, o en una maravillosa, pero al igual que nosotros no somos los mismos, nuestra pareja tampoco. Pasamos crisis personales y pasamos crisis de pareja, normalmente pasan al unísono, pero la solución reside en cómo la resuelvas o la resuelvan. Una crisis enseña mucho. Hay que perderse para encontrarse, ya sea de forma individual, o en pareja. Lo importante es encontrarse o encontraros... siempre que sea para un final positivo y constructivo.

Como dicen muchos autores, las bases de una pareja son como una mesa de tres pastas, si falla una, la mesa cae. Atendamos pues a esas bases, para saber si realmente la relación está en el camino correcto, o si por el contrario, podemos hacer algo para poder mejorarlo.

Intimidad, pasión y compromiso...

Entendamos la intimidad como complicidad, la pareja necesita sentir que ante todo son amigos, pueden hablar, contarse, abrirse, pasar tiempo juntos de ocio y pasar tiempo en silencio, la pareja aporta bienestar, paz y serenidad. Nada tiene que ver que uno venga con problemas y se los calle, que no comunique, que no se abra por miedo a la respuesta, eso no es intimidad... la intimidad está unida a la confianza, al respeto, a la comprensión... tu pareja, como ya dije, debe ser en gran parte tu apoyo, no significa que seamos un libro abierto, pero sí un libro que se deja leer y que quiere ser leído.

Pasión, no la del enamoramiento, ésa siempre pasa, hablamos de admiración, de que tu pareja te guste, de que tengas ganas de pasar tiempo con ella, que sea a esa persona a la primera que tengas ganas de contarle lo que te pasó, que la eches de menos cuando no estáis juntos, y si tocamos el tema del sexo… aquella que tras pasar la parte inicial del enamoramiento, haya sabido crecer a través del diálogo y la complicidad. El sexo es un aspecto que siempre decae porque ya no es novedad, y la química inicial falla, pero esa química, la real, se construye a través del amor, cariño, compartir gustos y necesidades para así construir una sexualidad sana que supla las necesidades de cada uno desde la generosidad, la confianza, el diálogo y el respeto.

Compromiso. Aquí viene la visión de futuro de la pareja, las ganas de tener un proyecto común, sueños o deseos que compartir. Verse en un futuro compartiendo, cuidándose y apoyándose. Viéndose en los peores momentos, aquellos que vemos lejanos pero llegarán, y poniéndonos en lo peor, sabiendo que podemos contar con ella. La pareja te da seguridad, y sabes que no te va a fallar.

Viendo los pilares fundamentales de la pareja, nos volvemos a preguntar, ¿existe la pareja perfecta? La respuesta es sencilla y complicada al mismo tiempo. La pareja perfecta no existe de forma espontánea, la pareja perfecta se construye, y se construye desde cada uno, contando con el otro. Se construye desde tu ‘yo, para luego ser dos’. Dos personas que de forma individual se conocen, se quieren, se respetan, y sabiendo cuáles son las carencias de ambos somos generosos con las carencias del otro. La pareja, como nosotros, crece, cambia, se adapta, se desgasta, revive... al final es un baile con la vida, con momentos buenos, otros tristes, y otros que habrá que construir.

Y ahora yo te pregunto... ¿es tu pareja perfecta? ¿Acaso no merece la pena construirla si todavía estás en esa fase? Quizás ya han pasado muchas cosas y debas reconstruirla, ¿hay ganas?, y si las hay, ¿sabéis donde falla?, ¿lo habéis intentado?, ¿de verdad? La respuesta solo la tienes tú porque sabes también cómo está el otro. Sé feliz, sed felices, pero recuerda que para ser feliz en pareja, primero lo debes ser tú. Se puede.

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