Está el mundo onírico de la política y sus interpretaciones de la realidad y luego está la realidad misma, que es como una bofetada sin anestesia. Y sucede que a veces lo real aparece súbitamente y arrincona los argumentarios y los diluye como una memez sin sentido. Ocurrió en el Parlamento de Canarias, cuando la representante de una asociación que cuida dependientes le puso las peras al cuarto a los responsables de Asuntos Sociales del Gobierno de Canarias.

Porque la triste realidad es que la situación de los más vulnerables en Canarias no solo no ha mejorado, sino que ha ido a peor. Ni hay más dinero en los presupuestos, ni se han solucionado los problemas de financiación ni se han acometido reformas para agilizar los trámites del reconocimiento de la necesidad de ayudas, que se alargan meses y meses mientras las personas desfallecen y las familias se desesperan.

Durante años en la oposición, Podemos convirtió la situación de todas estas personas en una bandera con la que azotaba, con mucha razón, los inútiles esfuerzos de los anteriores gestores en esta materia. Cambió el Gobierno, llegaron los nuevos responsables, y aquello que se denunciaba se ha cronificado. Y todo eso brotó como un manantial imparable, como un tsunami de verdades que la representante de Acufade, Elena Felipe, fue desgranando delante de sus atónitas señorías en una comisión parlamentaria. Los familiares y cuidadores de personas dependientes se sienten “absolutamente desoladas, desamparadas, defraudadas y desahuciadas del sistema de protección social”. Y más. “Estamos en el mismo sitio o, mejor dicho, estamos peor”, dijo, refiriéndose al pasado e ilustrándolo con el hecho de que el presupuesto para políticas sociales se incremente solo un 0,8% cuando el Ejecutivo se vanagloria de haber elaborado para 2021 unas cuentas públicas netamente expansivas. Y lo son, especialmente en el capítulo de nominas y gastos corrientes, que se dispara.

La incontenible evidencia se va abriendo paso en el descontento ciudadano. Igual que cuando el presidente Pedro Sánchez anuncia 3.400 millones para reactivar el Turismo en España y los empresarios y trabajadores de Canarias observan que no hay noticia alguna de qué parte de ese dinero llega a Canarias. O como cuando una parlamentaria de un partido que está en el Gobierno tiene “la osadía” de decir que los 30 millones del plan contra la pobreza que van a venir a Canarias estaban ya en los presupuestos del Gobierno de Madrid y los quitaron para hacer el paripé y ponerlos otra vez después, como si fuera una concesión a Nueva Canarias para justificar estéticamente el voto de los nacionalistas a las cuentas públicas.

Los argumentarios políticos tienen las patas mucho más cortas que la realidad. La verdad es un tren demoledor que avanza en Canarias impulsado por una creciente miseria y desesperación. Dentro de unos meses, se acabará el carnaval de las declaraciones, las estrategias y las tertulias infinitas. Fuera máscaras. Cuando los parados nos salgan por las orejas y las familias no lleguen a fin de mes, caerá el telón para tanto y tan inútil teatro.