El 5 de noviembre se cumplieron 84 años del acceso de una mujer al Gobierno de España como ministra, cargo que hasta ese momento siempre ocuparon hombres. Ese día la anarcosindicalista Federica Montseny se convirtió en la primera mujer española puesta al frente de un ministerio, Sanidad y Asistencia Social, cartera que asumió por poco tiempo, apenas seis meses, hasta el 17 de marzo de 1937, en plena Guerra Civil y decadencia de la II República, aunque significó un discreto avance en la lucha por los derechos de la mujer, que luego sufrieron un enorme retroceso en los cuarenta años de dictadura franquista.

Federica Montseny (12 de febrero de 1905, Madrid-14 de enero de 1994, Toulouse) fue una de las primeras mujeres que en la Europa occidental dirigió un ministerio, lo que aceptó reticente y con muchas dudas como militante anarquista antigubernamental, aceptando esa tarea porque la situación lo justificaba, alegando que “la mujer está obligada a tomar la libertad si no se la dan”.

Como escritora, es autora de unas cincuenta novelas cortas de contenido romántico-social dirigidas especialmente a las mujeres proletarias, así como de escritos políticos, éticos, biográficos y autobiográficos. Anarquista sindicalista, como sus padres Juan Montseny y Teresa Mañé, colaboró en una publicación editada por ellos, la Revista Blanca, utilizando el seudónimo Fanny Germain, con el que continuó escribiendo mientras vivió exiliada en Francia. En dicha revista colaboraron en una primera etapa Miguel de Unamuno, Leopoldo Alas Clarín, Pío Baroja, Benito Pérez Galdós y Pablo Iglesias Posse.

Con 15 años, en 1920, publica su primera novela corta, Horas trágicas, y en 1930 se une a Germinal Esgleas, también anarcosindicalista, con quien tuvo tres hijos. En 1931 se afilia a la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), en la que pronto destacó por sus dotes oratorios, adquiriendo notoriedad al intervenir en 1936 en el Congreso de Zaragoza en la ponencia sobre comunismo libertario y formar parte de los oradores del mitin de clausura.

En el corto espacio de tiempo que fue ministra del gobierno de Francisco Largo Caballero planificó lugares de acogida para la infancia diferentes a los orfanatos, comedores para embarazadas en los que se velaba por una completa alimentación y centros para liberar a mujeres de la prostitución, diseñando un listado de profesiones para discapacitados, si bien ningún proyecto llegó a materializarse, siendo la autora de la primera Ley del aborto en España, a la que se opusieron varios ministros de su mismo gobierno, lo que le llevó a afirmar que a través del Consejo de Ministros no se podía conseguir un cambio social profundo, defendiendo entonces como único camino posible la revolución libertaria, votando en el Consejo de Ministros del 19 de noviembre de 1936 en contra de la conmutación de la pena de muerte del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera.

El 26 de enero de 1939 partió hacia el exilio francés con toda su familia, y en junio de 1940, como miles de franceses, huyó de las tropas nazis, sufriendo prisión y evitando su traslado a España gracias a que estaba embarazada. Con la liberación de Francia por las tropas aliadas se instaló en Toulouse, donde participó en un movimiento libertario de oposición a la dictadura franquista, regresando a España con 72 años gracias a la restauración de la democracia en 1977.

Durante tan largo y durísimo período de exilio no dejó de publicar, destacando Mujeres en la cárcel (1949), Cien días de la vida de una mujer (1949), Heroínas (1964), El éxodo. Pasión y muerte de los españoles en el exilio (1969), y con 82 años, en 1987, todavía le quedaban fuerzas para escribir su libro de memorias Mis primeros cuarenta años, falleciendo el 14 de enero de 1994 con 88 años.

Hoy, en la distancia del tiempo y con otras circunstancias, compartir las ideas libertarias y antigubernamentales de Federica Montseny resulta prácticamente inviable, pero podemos entender que en aquella época no viera otra salida, pues grabada queda aquella declaración que hizo de que “a través del Consejo de Ministros no se podía conseguir un cambio social profundo”. Que votara a favor de ejecutar a José Antonio Primo de Rivera lo dejamos para otro momento.