Si tenemos que elegir un avance espectacular en las pruebas diagnósticas disponibles para estudiar las enfermedades del intestino grueso, sin duda uno es la introducción de un tubo flexible con el sistema óptico de una cámara de vídeo con visión directa del interior del colon desde el ano al intestino delgado, la colonoscopia. Gracias a ella podemos visualizar por dentro toda la mucosa del colon, practicar las fotos que creamos conveniente, extirpar pólipos y tumoraciones, realizar biopsias, tratar y hacer un seguimiento de enfermedades como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, y lo que es muy importante, detectar el cáncer de colon y recto, uno de los tumores más frecuentes tanto en el hombre como en la mujer.

Una técnica muy cuidadosa no siempre fácil de realizar y de ver al cien por cien toda la mucosa intestinal, teniendo en cuenta que el colon mide unos 150 centímetros de longitud de media y tiene numerosos pliegues y curvas, con lo que pueden quedar zonas "ciegas" sin visualizar. Hay que tener en cuenta, además, que el colon está lleno de heces, por lo que en los días previos a la colonoscopia es preciso realizar una meticulosa limpieza, pues si quedan restos fecales puede dificultarse la detección de lesiones, de ahí que al paciente le suele resultar incómodo y molesto someterse a la bebida de unos cuantos litros de agua con unos polvos disueltos en ella para conseguir el tránsito y la expulsión de todas las heces.

Hace muchos años los preparados tenían mal sabor y podían provocar náuseas, vómitos y dolor abdominal, una cuestión que hoy se ha mejorado bastante, aunque es cierto que ese sabor a "medicinas" hace que para muchas personas resulte desagradable y no se tomen correctamente. También es muy importante consumir en los cuatro días previos a la prueba una dieta sin fibra y solo líquida el día anterior. Con una adecuada limpieza, la exploración durará menos tiempo, será menos molesta y se obtendrán mejores resultados.

Pero igual que los tiempos han cambiado, la técnica colonoscópica también, y no olvido que hace mucho tiempo, no recuerdo por qué, me sometí a una sin analgesia, a pelo, con lo que la insuflación de aire a presión dentro del colon para distender su pared me provocó cierto dolor abdominal, que aguanté bien porque suelo combatir el dolor con serenidad, pero claro, con esa sensación de hinchazón del abdomen no siempre se podía llegar a la unión del ciego con el intestino delgado, pero ahora, afortunadamente, se recurre a la oportuna sedación, fundamental, junto con la limpieza, para una colonoscopia de calidad.

Así que, tranquilo, aunque algo cansado porque no dormí del todo bien la noche anterior, un día acudí a una cita, siguiendo instrucciones del Servicio Canario de Salud, en el magnífico y acreditado Servicio de Endoscopia Digestiva del querido Hospital Universitario de la Candelaria, donde todos sus profesionales me merecen la máxima consideración, siendo recibido por un enfermero super amable, Pedro Dayekh, que me ayudó a situarme en una camilla, canalizando cuidadosamente una vía venosa periférica y aplicándome oxígeno por la nariz, notando en seguida que me dormía plácidamente. Y no me enteré de nada más.

Muy hábil tiene que ser la doctora y excelente endoscopista Silvia Morales para ni ver ni notar ni sentir absolutamente nada de nada. Cuando desperté, o me despertaron, sentí que había tenido un sueño muy profundo y placentero, reparador, con la sensación de haber dormido muchas horas seguidas, una auténtica gozada la técnica empleada de la sedación, que a mí más me resultó una perfecta anestesia general sin ninguna resaca, y si no fuera porque al llegar a mi casa abrí el sobre que me entregaron y leí el informe de la exploración, juraría que ningún tubo flexible hubiera recorrido sutilmente los vericuetos de mi intestino haciéndole fotos mientras todo mi cuerpo disfrutaba de un auténtico descanso, todo un saludable colocón.

*Ex jefe de Sección de Cirugía General y Digestiva del Hospital de la Candelaria