Cumpliendo con las leyes de Murphy, lo que podía ir a peor ha empeorado. Hoteles, restaurantes y comercios de Canarias han resistido el derrumbe del turismo agarrados a los escasos restos del naufragio, metiendo fondos propios y esperando el inicio de la recuperación. Pero las últimas noticias son demoledoras.

Alemania, como ya hizo España y Francia y probablemente imiten otros países europeos, ha tomado severas medidas de aislamiento social y de restricción de actividades, que incluyen la prohibición de realizar viajes de turismo interior e internacionales. España decidió hace muy poco el confinamiento de los ciudadanos por Comunidades Autónomas e incluso por unidades geográficas menores, dentro de cada Comunidad, en función de su situación sanitaria. Para nuestras islas supuso perder ciento veinte mil turistas nacionales, aproximadamente, en la temporada de invierno. Pero la decisión anunciada ayer por la canciller alemana, Angela Merkel, puede ser el descabello definitivo para el sector turístico canario.

Ser optimista ante la situación que estamos viviendo se ha convertido en un esfuerzo tan inútil que ya resulta hasta bobo. Todos los países están blindando su mercado interior e intentan que sus ciudadanos no se conviertan en vectores de riesgo, minimizando la importación de contagios. Detrás de todas las medidas de confinamiento hay razones tanto económicas como sanitarias. Y es difícil que cambien en un próximo futuro.

Si, como parece, se trunca la incipiente y tímida recuperación del turismo en nuestras islas, el fúnebre escenario al que nos estábamos enfrentando se vuelve aún más oscuro. Nuestra economía, basada en el turismo, que estaba sobreviviendo a duras penas, en la confianza de que las cosas podrían empezar a mejorar, se enfrenta ahora justamente a todo lo contrario: empeorarán. Con un paro real que supera las cuatrocientas mil personas -entre ‘parados oficiales’ y ERTEs- los efectos de esta nueva adversidad pueden ser devastadores. Por mucho que se extiendan las ayudas sociales, un número incontable de empresas y autónomos se van a quedar por el camino.

Hace meses que los hoteleros canarios vienen pidiendo, rogando o exigiendo en vano que se realicen pruebas del Covid en los aeropuertos. Pero ningún gobierno, ni el de aquí ni el de España, lo ha puesto en marcha. Si ahora existieran, Canarias podría negociar con Alemania ofreciendo la seguridad de que sus ciudadanos vendrían y saldrían de su estancia en las islas con todas las garantías sanitarias. Pero en ocho meses hemos sido incapaces de organizar lo que Madeira hizo sin ningún tipo de problema.

Lo que más duele es que no se ha hecho por incompetencia, sino por política. En Madrid han considerado, desde el minuto uno, que organizar pruebas en los aeropuertos de Canarias provocaría una exigencia similar en otras comunidades del Estado. No han pensado siquiera en que para estas islas, el testeo de viajeros no es un asunto de salud pública sino de pura supervivencia. Porque vivimos del turismo, idiotas.

Igual ya es demasiado tarde, pero deberíamos pasarnos al Gobierno de este país por donde la espalda pierde su honesto nombre y organizarlo ya, de una puñetera vez, nosotros.

El recorte

López: un éxito del Gobierno. Por mucho que haya sido pactado. Y por mucho que todo sea un paripé y las protestas del Gobierno venezolano sean un decorado diplomático. Nada puede impedir que se reconozca el éxito del Gobierno de España y se aplauda su decisión de haberse traído a nuestro país al opositor a la dictadura bolivariana, Leopoldo López. Es difícil imaginar una evasión de la embajada española en Caracas, donde estaba refugiado, sin cierta “colaboración” pasiva de la inteligencia de Maduro. Pero todo es posible y podemos estar ante una tocada de narices al régimen venezolano. López había sido condenado a catorce años por delitos que eran una pura ficción, como ya han reconocido -después de fugarse a EEUU- fiscales que llevaron el caso. Algún día no lejano conoceremos el relato pormenorizado de los crímenes del régimen de Maduro, desde los asesinatos en los centros de detención del Sebin a las ejecuciones en las calles realizadas por los paramilitares. Pero su mayor víctima colectiva es el pueblo venezolano. Leopoldo López ha dicho en nuestro país que Maduro “es un asesino”. En un sentido más amplio, lo que se ha cargado la incompetencia y el nuevo comunismo bolivariano de Maduro es la economía y la libertad de una sociedad que malvive en la pobreza. Sostenido por los militares, Maduro no saldrá jamás del poder. Ni por las buenas de unas elecciones libres, ni por las malas del hambre y la miseria que solo afectan a un pueblo cada vez más vencido.