La naturaleza nos recuerda que estamos en octubre, y la luna nueva trae unos tímidos aguaceros, distribuidos de manera irregular, como siempre. Nos recuerda que la Caldera de Taburiente no la han construido con picos y guatacas, corriendo el agua dulce para el Atlántico, ya que falta de mejor canalización (balsas, presas, estanques).

Estas líneas pretenden reflexionar de lo que hemos de mejorar en la gestión del agua. Creemos que los tiempos nos obligan a corregir la política hidráulica de La Palma:

El 70% de la capacidad de los depósitos para almacenar el agua en invierno están en Barlovento - Los Sauces. Las Breñas-Santa Cruz carece de depósitos, sólo de manera testimonial la balsa de Fuencaliente. Y ahora proponen construir una balsa de 40.000 pipas como alternativa, solo vale como depósito regulador para el riego de noche.

Entre otras cosas, es necesario construir en la zona de Santa Cruz a Mazo, un depósito de más de un millón de m3, para evitar que se viertan al volcán más de 1.000 pipas/hora, como ocurre ahora.

Valle de Aridane: "Mirando al mar".

Hemos de destacar la situación del territorio con mayor superficie cultivada de la isla, y a su vez, la mayor superficie regada. Dispone de la mejor cuenca hidrográfica de Canarias por su volumen, que aporta los caudales más significativos provenientes de la escorrentía del Barranco de Las Angustias. No tiene una explicación entendible que sólo tenga una capacidad de almacenamiento del 15% de todos los depósitos construidos con dinero público en la isla.

Hemos de destacar el deterioro de un patrimonio construido con ahorro local y recursos públicos (IRYDA) el 20% a fondo perdido, carencia de intereses, etc. Obras que superaron los 10 millones de pipas en 1970. Léase lo que ha ocurrido en algo más de 150 estanques construidos en las décadas de los años 1950-1960, hoy convertidos en garajes, cuartos de aperos, matorral, plocama pendula (hierba que en Canarias llamamos bobo), o incluso demolidos para cultivar.

Es básico mejorar las instalaciones, tanto de canalización desde la Caldera, como construir depósitos con capacidad para varios millones de m3. Se necesita otra política hidráulica, con mayor participación entre las comunidades de regantes y el Consejo Insular de Aguas. Una mejor gestión en todos los aspectos, lo de nuevas perforaciones hemos de tratarlo con el máximo cuidado.

El cambio climático y los tiempos nos obligan a corregir la política hidroeconómica de los últimos años, tanto en el plano de lo público como en lo individual. Los últimos acontecimientos nos marcan, bien sea en la salud como en el agotamiento de los suelos de cultivos, las demandas de alimentos, la huella de carbono, demografía, etc.

Suelo y agua han de tener un cuidado especial, y La Palma, reúne condiciones para mantener un volumen importante de agua, sin acudir a recursos fósiles, manteniendo una importante agricultura de regadío, cuidando el subsuelo (pozos, galerías, aguas de escorrentía), más los caudales de manantiales, a los que hemos de incorporar la depuración de las aguas residuales.

La sequía física no la debemos separar de la sequía cultural. Hemos separado el agua de la naturaleza, de la cultura pre galerías, pozos, y supuestos sueños desaladores de agricultores no presenciales, que pretenden cuidar el campo desde la plaza del pueblo, con alergia a la guataca, o bien, hacer un lagar sin plantar la viña, como de hecho ha ocurrido con la Balsa de Vicario, millones de euros mirando para Barlovento, no para donde está el agua. Como se ha puesto de manifiesto estos días, no conocemos propuestas viables para que dicha obra no sea un fracaso más, en la larga historia de obras para inaugurar.

Parece razonable mejorar las canalizaciones desde el barranco de Las Angustias, construyendo depósitos que garanticen un mayor caudal de aguas de calidad.

La Palma dispone de recursos hídricos que permitan mantener unos consumos urbanos y agrarios razonables, en una isla que es Reserva de la Biosfera pueda mantener unas cuotas hídricas aceptables, con un agro y unos niveles de consumo razonables.

La mejora de los sistemas de distribución, tanto urbanos como rurales, son asignaturas pendientes. Está en nuestras manos mantener un marco hidro-ambiental sostenible. Hemos de sembrar y plantar un marco cultural que los defienda.