El relato impone ahora desterrar el asombro. El relato, para los que comparten el poder político e institucional, consiste en normalizar la situación, desde los descalabros más angustiosos hasta las anécdotas más estúpidas, e indignarse frente a la creciente indignación ajena. Así que la respuesta del Ministerio de Hacienda al senador Fernando Clavijo en la que reconoció que ignoraba -todo el ministerio lo ignoraba- cómo van los trámites para prorrogar la RIC y la ZEC, es normalizada de inmediato como una nimiedad administrativa. Aun contando con el nihil obstat de la UE, la RIC y la ZEC deben renovarse antes del próximo 31 de diciembre y Hacienda no sabe y casi no contesta. La segunda reacción está en señalar, más o menos explícitamente, que la RIC y la ZEC son cosas de ricos. Es una ideaca muy cara a la asilvestrada y pancista izquierda local. Recuerdo ya no discursos, sino libritos y panfletos enteros destinados a explicar que en Canarias los ricos no pagaban ningún impuesto y de ahí los graves problemas sociales crónicos que padecían las islas.

En realidad tanto la Zona Especial Canaria como la Reserva de Inversiones son mecanismos previstos en el Régimen Económico y Fiscal y tienen como objetivo común la diversificación y la internacionalización del tejido productivo de las islas. Por supuesto que merecen -incluso necesitan- ser criticados, pero no despreciados ni ignorados como mantingalas sin impacto real, abstracciones normativas irrelevantes. La ZEC padeció graves problemas de diseño en sus orígenes -con la Hacienda estatal ejerciendo "como lupa laberíntica muy paralizante y que llenó a la Zona Especial de ortopedias" (José Ángel Rodríguez Martín)- pero muchos se han corregido en la última revisitación del REF. Ha faltado, además, una gestión y proyección promocional de la ZEC más agresiva y han sobrado dos crisis económicas mundiales: la que comenzó en 2008 y la presente. La RIC permite exonerar hasta el 90% del Impuesto de Sociedades a condición de que sea invertido, en un plazo de tres años, en activos fijos, fondos de inversión y sociedades de capital riesgo que reinviertan en Canarias, proyectos de I+D+i o producciones audiovisuales. ¿Ha sido su aprovechamiento inmejorable? No. Pero, entre otros efectos beneficiosos, ha permitido un apalancamiento de empresas isleñas que antes de la apertura de la RIC eran mucho más frágiles y disponían de menos aguante financiero.

La RIC y la ZEC forman parte del núcleo central del Régimen Económico y Fiscal de Canarias. La respuesta bostezante del Ministerio de Hacienda revela espléndidamente (y una vez más) la palmaria, cachazuda, cuasi estructural ignorancia de los intereses canarios integrados en su legislación por parte del Gobierno central. Y maltratarlos es arremeter contra nuestro único horizonte de futuro: una estrategia de glocalización para un sistema económico más diversificado, más verde, más inteligente, no encerrada en la economía de proximidad, sino abierto al exterior, capaz de construir mercados insulares y regionales, conectado con los procesos de globalización que ahora parecen amenazados, pero que se reactivarán en el futuro. Y, si bien a esas dinámicas estructurantes e innovadoras que necesitamos no les basta con la ZEC y la RIC, sin ambos mecanismos las cosas se ponen mucho más difíciles. Por eso es tan preocupante la respuesta del Ministerio de Hacienda a Fernando Clavijo, porque no solo estamos descangallados, sino que el Estado no se ocupa en cumplir puntualmente con nosotros. Y empieza a dar un poco igual su relato: siempre es el relato de un cuentista.