Pedro Sánchez dijo este sábado en la Toja que está convencido de que el maná europeo permitirá modernizar el modelo económico español, sobre la base de lo que definió como "una recuperación más resiliente". A veces, los políticos utilizan palabras de uso técnico que se ponen de moda para demostrar su preparación. Pero no es este el caso: Sánchez usa el término resiliente porque el plan europeo se conoce como Fondo de recuperación y resiliencia. Sánchez no es muy imaginativo, repite los palabros que escucha. El término tiene su origen en la física, donde se usa para describir la capacidad de un material para recuperar su forma después de ejercerse sobre él una fuerza que lo deforma. Por eso se usa en sicología y sociología para referirse a la capacidad de personas o grupos que sufren situaciones de mucho estrés, pero consiguen no ser afectadas de forma duradera.

Sánchez confía en que los 140.000 millones que nos dará Europa permitirán que nuestra economía se recupere y olvide el estrés del Covid. No tengo mucha confianza en que ocurra así, tal como Sánchez promete. No sólo porque sea más viejo o desconfiado que él (soy ambas cosas), sino porque hago mis cuentas. A ver: de esos 140.000 millones de euros del fondo de recuperación europeo que nos han de salvar del estrés, España sólo recibirá 72.700 a fondo perdido; es decir, que tendrá que devolver alrededor de 67.300, con los intereses que toquen y, además, para que la Unión reparta la pasta, España -como socio de la Unión- tiene que poner su parte, unos 14.000 millones. En plata: el saldo positivo de lo que nos toca por la patilla es de 58.700 millones. No está nada mal, pero es bastante menos de lo que nos venden. Los recursos del plan no llegarán de golpe y porrazo, sino en seis años. Supondrán una inyección neta y media de unos 10.000 millones anuales, cantidad muy importante, pero es probable que insuficiente para curar a nuestra economía del estrés.

Y mucho menos a nosotros: sólo este primer año, según el informe trimestral del Banco de España, el PIB caerá entre un 10,5 y un 12,6%. El Banco empeora las previsiones del Gobierno que todavía hoy sostiene que la caída será de 'solo' el 9,2%. Pero el Banco no es tan pesimista como Funcas, que eleva su previsión de desplome del PIB hasta el 13%, tres puntos por encima de lo previsto hace unos meses. Seamos optimistas: imaginemos que la pérdida de PIB del país se sitúa en torno a las previsiones del Gobierno, alrededor del 10%. Eso supone 124.476 millones menos que el año pasado. Que muy resilientemente vamos a compensar con los 10.000 netos que nos dé Europa, para cubrir uno de cada doce euros y medio que se van a perder.

Las grandes cifras son tozudas: es verdad que sin el dinero de Europa lo pasaríamos peor. Pero también lo es que la tasa de paro de este año -sin contar el disimulo de los ERTE- será del 17% y que a finales de 2021 se situará en el 16%, con 600.000 parados más que antes de la crisis. Ellos se llevarán la peor parte y decenas de miles de empresarios empobrecidos por la quiebra económica. Mientras, el Gobierno aumentará su gasto en 26.000 millones de euros y dejará de cobrar 72.000 millones en impuestos, lo que provocará una deuda del 120% del PIB y un déficit por encima del 12% (Europa recomienda situarlo en el 2,2). Y en Canarias la cosa será muchísimo, pero muchísimo peor.

¿Resiliencia? No me toquen las narices: conformémonos con sobrevivir a esta.