Apenas un día después de negar categóricamente su intención de apoyar al PP en Santa Cruz de La Palma, el Grupo Municipal Socialista anunciaba su inmediata integración en el gobierno de la capital palmera, tras una negociación de trámite con el PP, explicada por la urgencia de salvar la estabilidad de la corporación. En realidad, el acuerdo entre el alcalde Juan José Cabrera y el portavoz del PSOE, su tocayo Juan José Neris, estaba cerrado antes de que el PP oficializara la ruptura con Coalición, una ruptura convertida en la respuesta de los populares palmeros a la presión de la cúpula pepera a sus afiliados para revertir los acuerdos con el PSOE en toda la isla, y especialmente en el Cabildo.

La visita de Pablo Casado a La Gomera, una operación de márketing destinada a desatar nervios otoñales en el Pacto de las Flores, se ha saldado al final con otra vuelta de tuerca de la organización palmera, que hace unos cuantos años optó por la fórmula de desplazar a Coalición -partido mayoritario en la isla- de todas las corporaciones, pactando con el PSOE. El formato no le ha funcionado mal en absoluto al PP, que a pesar de ser la tercera fuerza política en la isla, tanto en las elecciones regionales como en las insulares, y la segunda en la capital, mantiene la presidencia del Cabildo -apoyado por el PSOE- y la alcaldía de Santa Cruz, también ahora con el apoyo socialista. El PP palmero ha logrado ocupar el centro del tablero político insular, con un juego de sombras, que Asier Antona intentó también -sin éxito- hacer prosperar en la región.

Lo más chusco de la historia es que el acuerdo en Santa Cruz del PP con el PSOE isleño fue airadamente negado tanto por Anselmo Pestana -que comparte sus funciones oficiales como delegado del Gobierno, con las orgánicas como secretario general socialista en la isla-, como por Manuel Abrante, secretario insular. Tras conocerse la decisión del alcalde de prescindir de sus socios, Pestana y Abrante negaron que la ruptura en Santa Cruz de La Palma tuviera algo que ver con el PSOE, o que el PSOE pudiera incorporarse al gobierno local. Llegaron a calificar a dúo al alcalde de "irresponsable" por provocar una situación de "inestabilidad" en la ciudad, de la que el PSOE no sería en ningún caso "cómplice". 24 horas después, la realidad ha vuelto a recordarnos por qué los juramentos de los políticos no suelen producir mucha confianza.

Pestana y Abrante estaban en las claves del acuerdo. Un acuerdo que había que evitar fuera percibido por Coalición Canaria como un intercambio de cromos, en un momento en el que Coalición parece más interesada en acercarse al PSOE que en aventurarse a una improbable moción de censura contra el Gobierno de Torres, de la que se lleva hablando prácticamente desde el día después del Pacto de las Flores.

El origen de esa especie arranca el mismo día en que se firmó el acuerdo de la izquierda, cuando García Egea y Maroto -llegados de Madrid para convertir a María Australia Navarro en presidenta- se comprometieron a intentarlo de nuevo pasado año y medio. Después del desastre de Antona, ofrecieron sostener a Coalición en el Cabildo palmero y pactar el retorno a la presidencia del Cabildo de Lanzarote de Pedro San Ginés, derrotado por la socialista Lola Corujo. Pero el PP ha sido absolutamente incapaz de disciplinar a los suyos y hacerles cumplir ninguna de las dos promesas. Astrid Pérez no está dispuesta a romper sus acuerdos en Lanzarote con el PSOE, y en La Palma fueron más allá: montaron una moción de censura contra Coalición, un acuerdo entre rebeldes del PP y rebeldes socialistas, que -treinta años después- volvió a colocar en la presidencia del Cabildo a un miembro del PP. A Pestana lo premiaron unos meses después nombrándole delegado del Gobierno. A los del PP los expedientaron, pero fueron amnistiados al poco, porque había que sumar en las elecciones generales. Con esos antecedentes, es normal que la hayan vuelto a hacer: al circo de Casado le crecen los enanos. Son palmeros, por supuesto.