Luis Yeray Gutiérrez, alcalde de La Laguna, ha logrado consolidarse en el cargo, al que accedió con los votos del PSOE, UP y la plataforma de ocasión de Santiago Pérez gracias, principalmente, a una gestión irreprochable del silencio. Para que se comprenda: a estarse casi siempre oportunamente callado. ¿Problemas internos en el PSOE tinerfeño? Silencio. ¿Discusión sobre la movilidad y los modelos de transporte en la isla? Raudo silencio. ¿Críticas de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana a los representantes democráticos? Sagrado silencio. ¿Broncas y pestilencias en el seno de del gobierno municipal con gente hasta el moño de las gansadas de la concejal María José Roca, por ejemplo? Silencio cuidadoso. ¿Extralimitaciones del teniente alcalde Rubens Ascanio y su selección de fichajes de asesores, compañeros descolgados de listas de otros municipios que enriquecen su gestión y que nunca llamaría enchufados? Más silencio incluso.

También los ataques de ira atrabilaria de Santiago Pérez son mimados por su silencio. Gutiérrez jamás habla del pasado. Que de seguir enzarzado con el pasado desde una biliosa obsesión se encargue Pérez, que el veterano concejal lleve ese fardo. Así él parece, seguirá pareciendo, un joven alcalde que mira al futuro y no se ocupa un segundo de las roñas del pasado, de esos tipos que dicen que gobernaron, ¿Coalición Canaria?, allá por el Neolítico, y que ya son pura arqueología. Porque el futuro es él (y Pedro Ramos, y su silencio de media melena y ojos inexpresivos y que le pongan salsa).

A Gutiérrez le ayuda a sostener su silencio la completa ausencia de proyecto de ciudad que no tiene en la cabeza. Da igual. Solo ha hablado recientemente en dos ocasiones, como quien moja un codo de pan en una sopa de votos. Primero, para decir que Las Canteras no está en condiciones de acoger inmigrantes, es decir, negros y moros. A los vecinos les gusta, en esos lances, un alcalde que ejerza como sheriff, quizás algo pibito, pero sin contemplaciones, como un hombre armado recorriendo el Camino Largo al amanecer. Segundo, soltó la lengua para afirmar sentidamente que los fondos de reconstrucción de la UE deben destinarse a la gente. El alcalde quizá tema que las perras vayan a parar a los mustélidos o a los circos de pulgas. Ha propuesto que se financie con esos fondos un hospital en Tenerife: él pondría los terrenos. Es una pena que los fondos del instrumento Next Generation UE no hayan sido diseñados para financiar la construcción de hospitales pero ¿cómo podría saberlo don Luis Yeray? Él solo es alcalde del ayuntamiento de La Laguna y Úrsula von der Leyen no le ha explicado nada. Y Pedro Ramos solo trabaja (digamos) como senador del Reino.

Sin embargo, no ocurre nada grave. Para asegurarse en la corporación una tranquilidad bucólica en la que sobre cada cabeza crezca un verode el alcalde, con cierta parsimonia, pero con pulso firme y generoso, ha aumentado paulatinamente el número de concejales liberados, es decir, ediles que cobran 52.000 euros anuales, formen parte o no del gobierno municipal. Por ejemplo, todos los concejales del PP cobran sueldo: están encantados con dos Luis Yeray. Lo mismo ocurre con los de Ciudadanos: están a sueldos. A CC la hizo sufrir, ah pillines, pero salvo tres, y el exalcalde José Alberto Díaz, ya reciben su pellizquito. ¿Quién va a cabrearse así? ¿Y para qué? Que le pongan salsa.