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Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto dijo una vez que "podrán cortas todas las flores, pero no podrán detener la primavera". Justo unos años antes había encontrado el seudónimo que lo haría universal en una revista de origen checo. Un mensaje mesiánico y esperanzador que perfectamente puede conjugarse con el movimiento o Hirak de Argelia, un levantamiento de protesta social y política que nació para poner fin a la corrupción del país y los gobiernos absolutistas. El rechazo total de la violencia es la base innegociable de la hirak. Visto desde la óptica occidental se podría definir como un fenómeno heterogéneo que ha ocupado las calles y plazas principales de Argel y otras ciudades importantes donde confluyen un crisol de tendencias que se unen en el punto de la democracia. El movimiento es, en esencia, aparentemente contradictorio, dado que integra a polos tan opuestos como fundamentalistas islámicos y grupos feministas. Sin embargo, su éxito, se traduce en proclamas tan potentes e integradoras como las pintadas que aparecen en muros y plazas de la ciudad: "La democracia se hará con mujeres o no se hará", o "no hay pueblos libres sin mujeres libres". Es en este contexto donde emerge una figura clave que personifica la realidad social y política de un país empujado al cambio con las manos del pueblo: El fundador de la revista electrónica Casbah Tribune, Khaled Drareni. El periodista ha sido condenado a dos años de prisión por informar sin cortapisas sobre la Hirak, aunque oficialmente se le acusa de "poner en peligro la integridad del territorio nacional" a través de dos publicaciones en las redes sociales y compartir en Facebook un comunicado del Partido Democrático Alternativo que llamaba a la huelga general. Tal y como informa Reporteros Sin Fronteras (RSF), mientras cubría las manifestaciones estudiantiles en Argel, el 14 de mayo de 2019 fue detenido e interrogado por el servicio de seguridad de la policía, que le pidió que fuera menos crítico con el jefe de las fuerzas armadas y utilizara sus artículos para promover la idea de un diálogo entre los militares y los políticos. Durante una manifestación el 9 de agosto de 2019 fue detenido, registrado e interrogado durante 45 minutos, y le confiscaron su teléfono. Antes de dejarlo en libertad, la policía le dijo que no cubriera las manifestaciones habituales de los viernes en Argel. El 9 de enero de 2020 fue detenido y llevado a un cuartel del ejército, donde le dijeron que sus artículos eran "subversivos, falsos y tendenciosos" y que esa era la última advertencia que recibiría antes de que su caso fuera transferido al sistema judicial. Finalmente fue arrestado el 29 de marzo de 2020 y encarcelado en la prisión de Koléa, cerca de Tipaza. Sin duda, un ejemplo clarificador de la falta de libertad y desempeño del periodismo en un país que se sitúa en el puesto 146 entre 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2020 de RSF. Organizaciones humanitarias y de derechos humanos exigen una solución al conflicto. En casi todos los continentes el derecho a la información tiene un precio, tanto o más que los buscadores de oro en las minas del Congo o las ruedas de reconocimiento de un narco en México o Colombia. Ya se cifran, son números, algunos con nombre, que se amontonan en una lista como los caídos en la guerra.