La visita de Pablo Casado, el líder del PP, a Canarias ha disparado la venta de trankimazin en las farmacias de las islas. Porque la delegación de los conservadores ha elegido la isla de La Gomera para entrevistarse con la flor y nata del empresariado turístico del archipiélago. O sea, el feudo de Casimiro Curbelo. Y yo no sé a quién se le ha ocurrido la perversa idea, pero no puede ser más venenosa.

Madrid no está dando la talla con las islas. No la ha dado en el tratamiento del problema de la inmigración, ni en la respuesta al hundimiento del turismo, ni en la respuesta financiera a la asfixia de las economías públicas del archipiélago. Y todo ello ha colocado al PSOE de Canarias contra las cuerdas, en una posición extremadamente incómoda. Porque día a día las reclamaciones de sus socios de gobierno empiezan a parecerse demasiado a los planteamientos de la oposición.

En el PSOE de Las Palmas hay un sector que está harto de tragar sapos. Los que se tienen que comer de los ministros madrileños y los que tienen que digerir, con bicarbonato, de sus propios aliados cuando ponen en evidencia los constantes desprecios del Gobierno central. Se huelen que el final del Pacto de las Flores está cada vez más cerca porque el pegamento que mantenía unida la maceta -un gobierno favorable en Madrid- se está deshaciendo en el terreno de la realidad.

La lectura que hacen muchos del viaje de Casado a La Gomera es que la moción de censura contra el Gobierno de Angel Víctor Torres está más cerca. No creo que sea así necesariamente. A nadie le amarga un dulce. Y a Curbelo le debe parecer muy bien que su isla se convierta por unas horas en el epicentro mediático de las islas. Lo que no significa que esté dispuesto a cambiar de caballo porque lo que le pueden dar en un nuevo escenario ya lo tiene en éste. Así que ¿para qué?

Solo hay una razón política: no quemarse. Ni los socialistas gomeros ni los nacionalistas de Nueva Canarias están dispuestos a hundirse en un barco que naufraga ante la más absoluta indiferencia de Madrid. Casimiro Curbelo y Román Rodríguez están viendo acercarse un tsunami de paro, pobreza y recesión económica como jamás ha conocido Canarias. Y ante eso solo caben dos caminos: o el Estado acude al rescate de los canarios, con un plan extraordinario de financiación que nos mantenga a flote durante dos largos años de agonía turística o nos tiramos al monte de una radicalización de la vida política. Un "frente Sur" que sería un barril de pólvora.

Lo de Casado es una tocada de narices de mucho cuidado. Una provocación inteligente que, precisamente por eso, no parece del PP. Pero más allá de los juegos florales, hay otro mensaje de fondo. El líder de los conservadores "sí" se ocupa de Canarias. "Sí" viene a las islas para preocuparse por ellas. Y estas cosas, al final, escuecen mucho.