La Consejería de Hacienda reconocía el pasado jueves en respuesta parlamentaria que el Gobierno de España sólo ha trasferido 31'6 millones de euros al de Canarias en concepto de ayudas a Canarias para atender la situación creada como consecuencia de la Covid. 31 millones y medio transferidos en cuatro partidas distintas hasta el 17 de septiembre, cuando el Estado debería haber transferido a Canarias 159 millones del fondo Covid antes de finalizar julio. Que dos meses después de la publicación de la orden, el Gobierno Sánchez no haya sido capaz de cumplirla es la demostración palpable del nivel de incompetencia de una administración incapaz de cumplir los plazos que ella misma se impone. El retraso en las transferencias de recursos para poder hacer frente a la pandemia no es un asunto de menor enjundia: demuestra la incompetencia del Gobierno de la nación, o su absoluto desprecio por los compromisos que adquiere con Canarias.

Mientras los recursos comprometidos siguen sin salir de Madrid, en Canarias la situación es cada vez más dramática: hemos tenido la extraordinaria suerte de no padecer la pandemia con la virulencia con la que ha actuado en otras regiones. Pero también la desgracia de que nuestra economía sea la más dependiente de todas de ese sector hoy completamente paralizado. El cierre de hoteles, el impacto en la restauración, el ocio, el comercio y el transporte, han colocado a Canarias al borde mismo de la ruina y el colapso social. Algo que cualquier persona con dos dedos de frente es capaz de entender: con el motor económico de las islas paralizado, el drama social que se nos está echando encima comienza a ser de proporciones nunca vistas. Ya no se trata sólo del cierre de casi 50.000 empresas y la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo. Lo que estamos viviendo no es sólo un problema económico, sino social: a día de hoy, más de 200.000 personas dependen para poder comer de los bancos de alimentos del archipiélago, la mendicidad comienza a enseñorearse de las calles como en los peores momentos de la crisis del 2008, y las señales de una desigualdad creciente, de una sociedad que marcha a dos velocidades, son evidentes.

Canarias vivía del turismo. Hasta marzo de este año, dependíamos de los ingresos que generaba. Pero no vamos a recuperar el turismo, ni en los supuestos más optimistas, hasta al menos bien entrado el año 2023. Canarias precisa de un plan de rescate financiado con fondos públicos, algo parecido a lo que se hizo en Asturias cuando en 1981 hubo que afrontar el cierre de minas y acerías. Necesitamos un plan para salvar del hambre y la miseria a una región cada vez más cerca del desastre. Un plan que debe afrontarse con recursos del Estado y de Europa, que debería exigir el gobierno de Torres y gestionar el de Sánchez. Pero Sánchez no hace nada, ni nada tiene pensado hacer por Canarias. Anda ocupado intentando sostener su inestable mayoría y sólo cumple con aquellos grupos y territorios con los que necesita contar para seguir siendo presidente, mientras Torres y el Gobierno cuatripartito de las flores no logran hacerse respetar. Si no son capaces de exigir el dinero que ya debería haber llegado€ ¿Cómo podrá esta gente obligar a Sánchez a rescatar Canarias de la pobreza y salvarla del desastre?