Nuevo endemismo canario en un ecosistema político de inverosímil riqueza: una alcaldesa (y dos concejales) detenidos por un presunto pucherazo electoral en uno de los grandes municipios turísticos del Archipiélago. ¿Que por qué se apresa así, ante las cámaras, a tres concejales por un supuesto delito electoral? Bueno, nunca se sabe, pero el argumento más usual apunta a evitar el riesgo de destrucción de pruebas. Y efectivamente varios agentes de la Policía Nacional requisaron y se llevaron por orden judicial muchos papeles y copias informáticas de las oficinas municipales con la compañía de la alcaldesa.

Es harto improbable que, si se ha cometido algún delito, sus responsables dejen pruebas del mismo en las oficinas municipales. Los delitos electorales no están definidos en el Código Penal, sino en la Ley Orgánica de Régimen Electoral General, siguiendo un mandato constitucional. Las sospechas sobre la alcaldesa y sus compañeros recaen en el voto por correo: se conservan grabaciones (autorizadas) en las que Bueno charla con un colaborador de su partido, Ciuca, para gestionar el voto por correo de cerca de una veintena de personas. ¿Un ciudadano puede encargar a otra persona que se registre como electoral y deposite su voto en la Oficina de Correos y Telégrafos más cercana? Lo puede hacer, en efecto, pero necesita la mediación de un notario como fedatario público, lo que en absoluto parece el caso del municipio de Mogán. De hecho, el voto por correo en las elecciones municipales de 2019 triplicó al registrado en los comicios de 2015 y alcanzó un sorprendente 5,5% del voto por correo en toda Canarias.

También es inverosímil (y al fin y al cabo irrelevante) que la alcaldesa desconozca la regulación legal del voto por correo. Lo que asombra en las grabaciones disponibles públicamente es su tranquila, arcangélica pachorra al describir el procedimiento para facturar votos por correo como un churrero hace porras. "Yo no he hecho nada así nunca", comenta con un pizco de intranquilidad el interlocutor, pero Bueno la responde con serenidad con la que un médico se enfrenta a un resfriado: "no te preocupes, yo te lo hago, consigue los DNI, confirma que figuran los domicilios actuales, y yo te mando alguien arriba que te lo hace todo". Lo cierto es que esta señora lleva desde 2011 como alcaldesa de Mogán y - es una lástima- sus hipotéticos arabescos con los votos emitidos por correo no bastan para explicar sus éxitos electorales. Esa fortaleza electoral relativa en la segunda plaza fuerte de Ciuca es la que ha valido conquistar la centralidad política en el municipio y ser apoyada por el PSOE antes y por Coalición Canaria más recientemente. Y es que los grandes partidos, en lugar de aislar a plataformas locales que hieden a clientelismo voraz y oportunismo sin compasión, se han apresurado a ennoviarse con las mismas donde ha sido posible, porque mejor es socio minoritario de opciones -digamos- manifiestamente inescrupulosas crecidas por un populismo municipal y espeso que dignos cadáveres en los sillones de la oposición. Mientras eso siga así, mientras la democracia municipal no disponga de más herramientas de control y participación popular y menos poder discrecional sobre urbanismo y planeamiento (entre otros) se repetirán los casos como Ciuca, con más o menos policías, con más o menos fotos, con alcaldes más o menos buenos.