En una antología de supuestas respuestas a exámenes figura la siguiente: Si a ocho hombres les lleva diez horas construir una pared, ¿cuánto tiempo tardarían cuatro hombres? A lo que un chaval respondió: nada, porque la pared ya está hecha. Ese pibe va para ministro de algo en Canarias. Tiene buena madera para el trompo.

La ministra de Paro -antiguo Ministerio de Trabajo-, Yolanda Díaz, no se ha cortado ni un pelo del rizado ondulado con mechas para soltarle a su compañero del Ministerio de Inseguridad Social que no está de acuerdo con sus últimas declaraciones. A José Luis Escrivá, que lleva también Inclusión y Migraciones, últimamente le están dando estopa por todos sitios. Es lo que tiene ser un simpático independiente sin partido que te acoja y con una agenda poco holgada.

Escrivá dijo que la solución para salvar el sistema de pensiones en nuestro país es que la gente se jubile más tarde. Es una afirmación muy cierta. Es más, si el Gobierno decidiera que nadie se puede jubilar, el problema quedaría resuelto definitivamente. Pero en este caso, como en el de la pared que ya estaba hecha, la respuesta es muy graciosa pero no vale.

En España hay nueve millones setecientos mil pensionistas -así a ojo- que cobran unos ciento cuarenta y cinco mil millones de euros (cifra 2019). La mayor parte, más de siete millones, son pensiones de jubilación. O sea, gente que ha cotizado en el pasado para que otros pudieran cobrar sus pensiones. El problema que hoy tenemos es que los sueldos son una mierda muy importante. Tan bajos que a veces no llegan ni al importe de una pensión media, que está en los mil ciento sesenta euros. Y eso para el que tenga la suerte de tener un trabajo a tiempo completo, claro está.

Pero, además, vamos con la proa al marisco. El paro ha crecido en un millón de personas, en el segundo trimestre de este año. Estamos ya casi en los tres millones y medio de parados. Y si contamos los ERTE pasamos holgadamente de los cuatro millones.

En España somos diecinueve millones de trabajadores. Pero hay truco. Hay más de tres millones que son por cuenta propia. O sea, tontónomos sin derecho a nada. Y tres millones y pico de trabajadores que cobran una nómina pública. Con lo que hay trece millones de personas asalariadas en el mercado privado que llevan a sus espaldas lo que cobran todos los demás.

Yolanda Díaz ha dicho que si se retrasa la edad de jubilación se está poniendo un tapón para que los jóvenes, jóvenas y jóvenos, encuentren trabajo. No le falta razón. El problema es que la Seguridad Social se está descascarillando. Arrastra, desde 2011, un déficit que no hace más que crecer y el agujero llegará, a finales de este año, a los cincuenta mil millones. Hay que pararlo. Y como ya me conozco a la tropa, les aviso: nos van a jubilar, con suerte, con 80 tacos. El cerebro no les da para más.

El recorte

No hagan juego, señores. Con la crisis migratoria en Canarias, que es un tema de lesa humanidad, no hay que hacer política. Con el polémico retorno a las clases, porque la Educación nos afecta a todos, no hay que hacer política. Con la delicada situación de la red sanitaria de asistencia primaria, que es un servicio esencial, no hay que hacer política. Y con el Pacto de Reactivación Social y Económica de Canarias, que es un documento de consenso, no hay que hacer política. Eso dicen, compungidos los que gobiernan, como si hacer política fuera una cosa mafiosa. En fin, ellos sabrán. Mandemos, pues, a todos los partidos y sindicatos de las islas a hacer calceta. Aunque no hace falta, porque en realidad casi nadie está haciendo política en Canarias. El comportamiento de Madrid con la situación de los inmigrantes en las islas habría producido, en cualquier otro lugar, un estallido de indignación. Aquarius en Valencia y limonada ácida en Canarias. El desprecio con el que está ignorando el Gobierno central la delicadísima situación de este archipiélago, al borde de la quiebra económica por la desaparición del turismo, clama al cielo. Solo la inconsistencia de un empresariado muy blandito y unos sindicatos noqueados, acompañados de una oposición inane, está retrasando lo inevitable. Porque no les quepa duda: cuando la pobreza termine de aterrizar en las islas y cuando miles de familias habiten en la desesperación, esto se va a convertir en un infierno. Entonces habrá política en una tierra sin políticos.