Yo me temo que si el Gobierno español está dando unos primeros -y muy tímidos- pasos para asumir responsabilidades en la gestión de la situación migratoria de Canarias no es porque el presidente Ángel Víctor Torres haya mostrado su irritación. Lo están haciendo tras observar las primeras planas de toda la prensa en las últimas semanas y, en particular, la reacción mediática posterior a la desdeñosa espantada del ministro José Luis Escrivá. Las críticas de las organizaciones no gubernamentales, de fuerzas sindicales o del magistrado Arcadio Díaz Tejera, juez de control del Centro de Internamiento de Extranjeros, han pesado lo suyo.

El Gobierno central sabía perfectamente que se incrementarían las pateras y cayucos. Simplemente, se ha cruzado de brazos y dejado que la situación se volviera insoportable. Tengo dudas de que Pedro Sánchez, como secretario general del PSOE, se permitiera un comportamiento como este con los socialistas andaluces o catalanes. La atención digna a los inmigrantes se conseguiría con un coste modesto si el Estado cediera espacios y terrenos de titularidad pública para albergar a cientos de personas en condiciones tolerables, vista la repulsiva negativa de la inmensa mayoría de los ayuntamientos a colaborar. El hundimiento económico y el miedo a la pandemia han arrasado cualquier resquicio de solidaridad. En Fuerteventura los ayuntamientos han mostrado su desacuerdo con la iniciativa de alojar a los migrantes en hoteles "porque da mala imagen". En Santa Cruz de Tenerife han albergado a una veintena de subsaharianos en un hotel en la plaza de La Candelaria. Si quieren observar la pútrida entraña de la sana y gentil gente que nos rodea les aconsejo que se tomen dos cafés en establecimientos cercanos y escuchen la hermenéutica antropológica de los vecinos ("pa' los negros hotel, comida gratis, escolta policial, me han dicho que ya les están arreglando los papeles y a cada uno les han dado un móvil de última generación").

Lo importante es que alguna autoridad tenga la gentileza de publicitar la estrategia del Gobierno central, adelantando una fecha para que esté en pleno funcionamiento una red de establecimientos de acogida en cada una las islas. Y que no olviden explicar si el objetivo consiste en la renuncia a derivar migrantes retenidos a otras comunidades y, de esta manera, Canarias se convierta en el único punto de retención y expulsión de los que huyen del hambre, la miseria y la violencia en África, sin que las autoridades autonómicas hayan pronunciado una mísera palabra al respecto.

"Podríamos haber mirado a otro lado", escribió Pedro Sánchez en un libraco al referirse a su decisión de acoger en puerto español al navío Aquarius, con 630 personas a bordo, "y en este brete también estaba en juego la misma esencia de los valores de la Unión Europea". "Por eso me sabe mal -agregó- oír comentarios diciendo que fue una acción de marketing". La gente puede ser muy malvada, Sanchidente, realmente malvada.