El ministro de Migraciones Fooos y Mínimos Vitales Inalcanzables, el señor Escrivá, no ha aclarado realmente por qué dejó colgado al Gobierno de Canarias y a su presidente, Ángel Víctor Torres, rechazando visitar una comunidad autonómica que ha recibido a cientos de migrantes en pateras y cayucos en los últimos tres meses y a la que se niegan medios y recursos para asumir y superar la situación. El señor Escrivá barboteó ayer que cuando tuviera sitio en la agenda visitaría Canarias. Nadie le dirá (me temo) que su visita a Canarias no es un puñetero favor que nos hace, sino un mínimo ejercicio de responsabilidad previo a corregir la estúpida y repugnante actuación de su ministerio en la presión migratoria que sufren las islas y en las escandalosas condiciones de vida de los migrantes retenidos por las autoridades. Escrivá. Recuerdo los grititos de algunos psocialistas y podemitas por los dos años y medio de gestión de Conrado Domínguez en el Servicio Canario de Salud bajo la presidencia de Fernando Clavijo y la naturalidad con el que fue acogido el nombramiento de Escrivá, a quien Mariano Rajoy puso al frente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, desde donde insistió hasta la náusea en la más estricta ortodoxia tributaria. También puedes recordar a Iván Redondo, asesor del PP durante bastantes años, incluido la banda más rancia del partido, como Xavier García Albiol, para el que diseñó -cómo se conectan las cosas- una campaña electoral xenófoba realmente preciosa. Redondo llegó a trabajar como director del gabinete del presidente de Extremadura, José Antonio Monago, un hombre de orden y temeroso de Dios que perdió el corazón y quién sabe si alguna otra víscera por una militante del PP de Canarias que luego se pasó a Ciudadanos y estuvo a punto de integrarse en las listas al ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en los comicios de 2015.

Si el señor Escrivá no viene a Canarias es, simplemente, porque no quiere venir. Porque venir significaría tomar alguna decisión, y se niega a hacerlo. Lo que está ocurriendo con la gestión de la migración irregular en Canarias no es el fruto de la desidia, el despiste o la indiferencia del Gobierno central: es, en su propia esencia, la política antimigración que quiere imponer Pedro Sánchez y a sus órdenes los ministros concernidos, y que tiene en Canarias una estabulación de los migrantes, una reserva de desesperados y víctima del infortunio, que evitará dolores de cabeza a otras comunidades españolas. Por supuesto en algún momento se cederá y el Ministerio de Defensa -por ejemplo- habilitará instalaciones a la Delegación del Gobierno. No se puede construir un archipiélago de campos semiconcentracionarios dentro del archipiélago de la noche a la mañana. Poquito a poco y con buena letra socialdemócrata. Al mismo tiempo el Gobierno español está en diálogo con algunos países subsaharianos para enviarles a los detenidos desde Canarias, no desde Cádiz, Sevilla o Madrid.

Escrivá no está despistado. Los despistados somos nosotros, la sagrada frontera sur de Europa, bantustán de la España posconstitucional bajo un gobierno progresista con un corazón tan grande que está obligado a escupirlo. En Arguineguín, por ejemplo.