Ángel Víctor Torres se ha referido al malestar -"profundo malestar", ha dicho- que sienten tanto él como su Gobierno tras la decisión del ministro responsable de las migraciones, José Luis Escrivá, de interrumpir el viaje que tenía previsto realizar a las islas para conocer in situ la situación creada en el Archipiélago por el constante incremento de llegadas de inmigrantes africanos. La polémica surgida tras hospedar a un grupo de ellos en un hotel del sur de Las Palmas, alimentada no sólo por la profusión de bulos, noticias inveraces y fakes expresamente construidos con la intención de despertar reacciones negativas en la población, parecen haber colocado al presidente -poco dado a criticar decisiones del Gobierno de la nación, y menos en términos tan explícitos- en el mismo borde del cabreo con Madrid. Lo cierto es que la visita del ministro estaba acordada desde finales de julio. No se produjo en agosto porque el ministro -como el resto del Gobierno- se cogió las vacaciones, mientras la situación de hacinamiento y abandono de los inmigrantes llegados a Canarias se iba deteriorando y crecían las reacciones racistas de rechazo a su presencia en las islas.

Torres ha recordado que Canarias lleva tiempo pidiendo al Estado que facilite instalaciones militares desocupadas para acoger a quienes llegan en pateras y se hacinan en el puerto de Arguineguín. Es una situación parecida, aunque más complicada, que la que provocó el primer encontronazo del Gobierno regional presidido con Fernando Clavijo con Pedro Sánchez, que se negó a recibirle en Lanzarote para atender la crisis migratoria de 2019. Torres percibe hoy en carne propia lo que es la desidia del Estado ante situaciones para las que el Gobierno regional carece de medios. Es cierto que una parte de la responsabilidad de lo que ocurre es consecuencia de la inacción y las mentiras de la Delegación del Gobierno. Anselmo Pestana ha dicho que en lo que va de año han llegado a Canarias casi tantos inmigrantes irregulares como en la década anterior. Es falso: han llegado 4.500, y de 2010 a 2019 las pateras descargaron a 7.717 personas, según los datos de Interior. Pestana ha aceptado pasivamente la negativa de Defensa a hablar de ceder espacios o instalaciones militares desocupadas. Muy distinto fue el comportamiento -durante la gravísima crisis migratoria de 2006- de José Segura Clavell, uno de sus predecesores en el cargo. Segura movió cielo y tierra hasta implicar a la administración estatal, enfrentándose no sólo a la pasividad y desinterés del Gobierno Zapatero, también a la resistencia de los alcaldes y parte de la población de las islas.

Pestana ha resuelto malamente los problemas actuales: hacer frente a esta situación requiere dejarse de parches y buscar soluciones integrales, negociadas con las administraciones canarias y apoyadas por el Estado. Pestana mantiene a más de trescientos inmigrantes en tiendas de campaña de la Cruz Roja, hacinados en los muelles, protegiéndose de la solajera bajo las mesas. Y su decisión de alojar a los inmigrantes en hoteles grancanarios, una decisión que no se aplicó a los vecinos que perdieron sus casas en los incendios de estos últimos veranos, ha sido una torpeza que contribuye a avivar un discurso racista que nunca descansa.