Después de que varios miembros de su partido salieran a desmentir la existencia de tensiones en el Gobierno, Noemi Santana las ha confirmado, al asegurar que la dirección nacional de su partido (y la del PSOE) mediaron para evitar que el nombramiento como director general del Servicio Canario de Salud del secretario general técnico de la Consejería de Obras Públicas -Conrado Domínguez- llegara a provocar la ruptura del Gobierno.

La señora Santana parece satisfecha de haber dado un puñetazo sobre la mesa. Pero para la señora Santana lo de verdad importante es lo que se ha conseguido gracias a su heroico puñetazo: se ha conseguido que el nombramiento de Conrado Domínguez se mantenga sin que se produzca la salida podemita del Gobierno, y que se confirme que una de las primeras medidas que Domínguez va a poner en marcha será el recambio de Jesús Morera -el consejero de Sanidad- como director del Negrín, algo que -muy probablemente- acabe creando una escalada de ceses o dimisiones en el hospital.

A cambio de tolerar eso, el puñetazo de Santana ha logrado -nos dice Santana- que Podemos entre en el Comité de Gestión de Emergencia Sanitaria, lo que habría de permitir a Podemos "la supervisión de los contratos y la defensa de la sanidad pública", además del compromiso por parte de Torres de desprivatizar el servicio de Medicina Nuclear del Hospital Doctor Negrín.

Uno no entiende muy bien qué clase de zoco puede ser uno en el que se cambian puñetazos sobre la mesa por la incorporación a un organismo como el Comité para la Emergencia Sanitaria. No me siento más tranquilo en la lucha contra la pandemia por que entre en ese comité Podemos. Y lo de la vigilancia de los contratos y la desprivatización me parece un poco de chiste malayo: los procedimientos contractuales de la Administración están reglados, intervenidos y vigilados no por organismos o partidos políticos, sino por las propias instancias de la Administración y por instituciones específicas creadas para eso, como la Intervención General, el la Audiencia de Cuentas, el Comisionado de la Transparencia o el Tribunal del Reino. Podemos no puede obtener del presidente la garantía de que el servicio de Medicina Nuclear va a desprivatizarse, primero porque no es el servicio lo que está privatizado, sino su gestión (y no es cuestión baladí la diferencia), y segundo, porque para desprivatizar esa gestión es necesario anular un contrato, algo que en la Administración no es competencia del presidente, ya que las anulaciones de contrato también están reguladas por ley.

Quizá Santana crea que se pueden mangonear los contratos, o cambiar las adjudicaciones a gusto y voluntad de los políticos. Pero no es así. Además eso era precisamente lo que la nueva política que Podemos representaba quería cambiar. Hoy la nueva política se ha hecho más vieja que la antigua y consiste en que el vicepresidente del Gobierno coloca a su señora como ministra, ambos viven en un casoplón y Podemos se deshace en historias como esa de la tarjeta de asesora cocinada al microondas, los sobresueldos tirando de la caja de solidaridad o que el cargo de secretario general sea poco menos que vitalicio.

La señora Santana quiere vigilar los contratos de la administración. Me parece muy bien que los vigile, en serio, y para entrenarse puede empezar con los contratos de Podemos con su empresa de cámara, Neurona. Pero para cambiar los de la Administración tendrá que hacerlo cumpliendo las leyes. Y no conozco ley alguna que establezca como causa de anulación o cancelación de un contrato público que doña Noemi dé un puñetazo sobre la mesa.