Algunas veces nos levantamos con la sensación de que algo va mal. O que algo va a ocurrir. Mayormente no pasa nada, aunque la sensación del momento es la de desasosiego, incluso ansiedad.

Algunas otras, suceden cosas y las llamamos premoniciones, las cuales, siendo lo más terrenal posible, son conclusiones evidentes a mil datos desperdigados que giran a nuestro alrededor.

Ahora mismo me rondan varias de esas premoniciones: Se dispara el paro, la gente agota la prestación por desempleo, la actividad económica aún no ha tocado fondo, el turismo está asustado y no viaja, los ERTE alcanzan el millón de personas, la tasa de paro está en el 22% y puede llegar al 30%, el Covid-19 rebrota por nuestra propia falta de conciencia social.

Demasiadas bolas en el aire al mismo tiempo, para un simple malabarista que sabe que alguna de ellas se caerá y explotará.

Ahora resulta que la economía sumergida se resiente y es fundamental. No dejo de asombrarme. Lo que hay que hacer es erradicarla. Es como el pleno empleo, es difícil de conseguir, pero no podemos dejar de aspirar a él.

Si, ente todos, estamos pagando un dineral de impuestos, tasas y cotizaciones para sostener las finanzas públicas, éstas deben garantizar el uso eficiente del mismo y erradicar la competencia desleal de la economía sumergida, así como su fraude continuado a las arcas públicas y a la ética social.

Si es cierto que las nuevas ayudas a las personas que se quedan sin prestación por desempleo irán condicionadas a la prestación de trabajo social o para la sociedad, estaremos dando un primer paso para acabar con la economía sumergida, pues nadie que la cobre se verá tentado por tener horas de ocio con prestaciones garantizadas para dedicarlas a defraudar haciendo trabajos y "ajustes" sin declarar.

Ya no se trata de una medida mas liberal o menos social, se trata de exigir un comportamiento ético y solidario a quien vive del erario, en consonancia con las necesidades coyunturales.

Tampoco debemos olvidarnos de que asistimos a la mayor destrucción de tejido empresarial de este siglo, pues la crisis se centra en pymes y autónomos que son los que soportan el 95% del empleo y la riqueza de las Islas.

No se trata de convertir solamente las políticas pasivas de empleo en activas. Se trata de fomentar la actividad empresarial apoyando a aquellas que garantizan puestos de trabajo y diversificación sostenida.

Ya saben, enseñar a pescar en vez de regalar peces.