La Palma que la Familia Real frecuenta, de Marivent a Jaume III, tiene una cara B. En su encuentro con ella, tal vez a la heredera le contaron los obstáculos burocráticos que ha de sortear el trabajo con los jóvenes

Algo he sacado yo de la visita de la Familia Real a la casa museo del pare Serra en Petra y al proyecto socioeducativo de Naüm en Son Roca: me he quedado mucho más tranquila. No podría ser de ninguna manera que la ministra de Educación Isabel Celaá hubiese venido ex profeso a echar dos días en Mallorca para acompañar a los Reyes y a sus hijas en su garbeo estival sin tener los deberes hechos. Es más, imagino a Letizia, una madre preocupada como las demás por el trimestre largo perdido de sus hijas, saludando a la ministra como de un tiempo a esta parte nos saludamos las madres de la clase cuando nos encontramos en la cola de la frutería, sin decirnos ni hola. "¿Qué? ¿Empezarán el 10?" No creo que ni siquiera la mascarilla pudiese tapar la glacial expresión de cabreo de una reina y progenitora que intuyera que la vuelta al cole no está encarrilada, mientras su principal responsable hace bulto protocolario en el recortado veraneo pandémico, por mucho que las competencias estén transferidas. La imprescindible presencialidad de la que habla Celaá no puede significar solamente que ella comparecerá donde haga falta para sumarse al parapeto socialista a la Corona, tras la marcha precipitada de Juan Carlos I.

El trabajo de Naüm con jóvenes en riesgo de exclusión que conoció la Familia Real dicen que ha sido primer contacto directo de la heredera Leonor con un proyecto socioeducativo de estas características, un esfuerzo ímprobo dirigido desde hace dos décadas a familias de escasos recursos en un barrio con la autoestima muy tocada y problemas agravados por la crisis sanitaria. Nada que ver con lo que es su vida de princesa, pues el lugar es la pura encarnación de la famosa brecha digital educativa que se ha evidenciado durante el confinamiento. Han relatado sus impulsoras que fue la propia Letizia quien se interesó por los programas de formación, integración y tiempo libre que llevan a cabo durante su visita de junio, la escala en Mallorca de la gira por todo el país para visualizar de primera mano los efectos de la pandemia. En una reunión con diferentes entidades sociales pequeñas, la Reina incluso indagó si los hoteleros ofrecen algún tipo de apoyo económico a iniciativas como ésta, en lo que es una pregunta tan enjundiosa como fácil de contestar. No creo que las grandes fortunas mallorquinas frecuenten Son Roca, Son Ximelis, Son Serra y Son Anglada. Aunque quizás a sus impulsores les baste con que no incordien, acostumbrados a colaboraciones que son un infierno de burocracia. Tal vez Leonor y su hermana Sofía desconocen la historia del famoso futbolín del Espai Jove de Son Roca, desvelada hace unos meses por este diario. Lo instaló precisamente Naüm en una sala del casal para proporcionar a los chavales un entretenimiento que les apartara de la calle, con un éxito de acogida inmediato. Se trataba de una opción saludable para socializar mientras se concreta un proyecto incluido a propuesta de los propios jóvenes en los presupuestos participativos, esos que no se materializan nunca, consistente en la construcción de un gimnasio para los chicos del barrio. Pues bien, la visita del concejal del ramo, de Podemos, al Casal se saldó con la orden de retirar el juego por no contar con autorización, dado que su uso no está contemplado en el reglamento de este tipo de centros. Un futbolín ilegal, menudo peligro.