En ocasiones la imaginación busca un ropaje secreto y se dispone a vivir instantes de felicidad. Lo malo (sonrío) es que junto a la razón desfilan un montón de inconvenientes, los mismos que transforman la decisión en parálisis. Sea lo que sea, junto a la vida está la ocasión; sí, la que muchas veces dejamos marchar por no darnos permiso y ver en lo excepcional un soberano problema. Así somos: un arrebato con acento de valor, que al final se queda en nada. Junto al detalle de todas nuestras decisiones están nuestros miedos... No, no somos de entablar relaciones gozosas, preferimos las relaciones seguras. Es curioso (opinión subjetiva) la cantidad de permisos que nos denegamos. Creo que lo que no se vive, con el tiempo, muere o expira.

Es verano y en forma de luz se enciende todo: hasta los corazones. Hace pocos días, en un terraza, una chica le estaba preguntando a un chico "qué eran". Él (sonrío) no estaba por la labor de definirlo, y ella (cada vez más alterada) no paraba de insistirle.

Muchas veces somos simples a más no poder. ¿Es necesario etiquetar nuestros vínculos? Da la sensación que al hacerlo sentimos seguridad. La chica, creo yo, estaba esperando que él le dijera algo tipo: "nena, soy tu churri". Pero (sonrío) él no lo dijo en ningún momento. Las relaciones seguras necesitan de la ratificación diaria, las gozosas se viven y no se pregunta nada. Todo lo que suministra fluido interno es bueno vivirlo. Por lo tanto (opinión subjetiva) dejemos de buscar relaciones seguras y vivamos el instante.