No hay mal que por bien no venga, sentencia un conocido refrán, expresando la idea de que aún los sucesos más traumáticos para la vida de las personas y de los países, bien manejados, pueden acabar trayendo cosas buenas.

Los economistas y asesores políticos tienen su propia versión de este refrán. Con frecuencia recomiendan a los dirigentes políticos que "no desaprovechen una buena crisis". Esta frase se atribuye al maquiavélico Rahm Emanuel, colaborador de Bill Clinton y jefe de gabinete de Barak Obama, un cargo que en Estados Unidos es equivalente al de jefe de Gobierno en Europa. Posteriormente también fue alcalde de Chicago hasta época reciente. Pero en boca de asesores como Emanuel tiene un sentido de oportunismo partidista, para imponer a la sociedad, o a sectores sociales concretos, políticas y reformas que en circunstancias normales no serían aceptadas.

Sin embargo, esa frase tiene precedentes más honorables. Uno de ellos es la frase de Winston Churchill, político británico y jefe de Gobierno durante la segunda guerra mundial -Never let a crisis go to waste (nunca desaproveches una crisis)- mientras estaba trabajando, a principios de los años 40, en el diseño de las Naciones Unidas.

Viniendo a lo que hoy me interesa, ¿puede ser la pandemia de covid-19 un mal que acabe trayendo un bien para la UE y le permita dar ese salto en su unión económica y política que tanto se le resiste? El acuerdo alcanzado esta semana entre los jefes de Estado y Gobierno de los 27 países de la UE para la creación del nuevo fondo contra la pandemia (Next Generation UE), dotado con 750.000 millones, hubiese sido impensable antes de la pandemia.

Tiempo habrá para analizar aspectos como las largas negociaciones, la posición de cada bloque (frugales y pedigüeños), las dificultades que puede encontrar su aprobación en el Parlamento Europeo o la forma en que va a aplicarse. Lo que ahora me interesa es entrever el significado que puede tener ese acuerdo en la dinámica de la UE. En este sentido, la pregunta de muchos analistas es si el Next Generation UE es un plan Marshall o un momento Hamilton.

La referencia al plan Marshall es debida a ciertas similitudes del nuevo fondo europeo con la propuesta que hizo George Marshall -general estadounidense y secretario de Estado del presidente Harry Truman (1945-1953)- al Congreso de Estados Unidos para aprobar un gran programa de ayudas, en forma de subvenciones y préstamos, para estimular la recuperación de los países europeos después de la segunda guerra mundial.

Llamado oficialmente European Recovery Program, al plan Marshall se le atribuye el haber sentado las bases para la recuperación económica y social de la Europa de posguerra, alejando a las sociedades europeas occidentales de la influencia del comunismo y de la Unión Soviética.

Con la expresión momento Hamilton, los analistas se refieren al impulso dado por Alexander Hamilton, primer secretario del Tesoro de Estados Unidos con el presidente George Washington, a la unión económica y política de Norteamérica. Después de la guerra de independencia, unos estados quedaron muy endeudados mientras otros no, como Virginia. Estos últimos se negaban a ser solidarios. Hamilton logró emitir por primera vez deuda federal para financiar la ayuda a los estados endeudados. Tuvo que hacer concesiones, como poner la capital federal, Washington, en el estado de Virginia. Su obra política económica fue muy amplia, pero la decisión de emitir deuda federal supone el nacimiento de la economía americana. De ahí que se le considere el padre fundador.

Volviendo al fondo europeo Next Generation, ¿estamos ante un remedo de plan Marshall o de un momento Hamilton? En la medida en que el fondo es un programa de una sola vez, se le podría considerar como un plan Marshall. Pero, una vez que se ha roto el tabú fiscal y se ha decidido emitir deuda europea para financiar el gasto de la pandemia y el déficit fiscal de los estados miembros, esa decisión podrá volver a repetirse. Y, lo que es más importante, creará un mercado de deuda pública europea que será permanente y un activo seguro para los inversores. Tendrá otros efectos duraderos. Entre ellos, el usar los déficits como instrumentos del ciclo económico, así como el fortalecimiento del euro como divisa global.

Por eso pienso que con la decisión de emitir deuda europea para financiar el fondo Next Generation UE ha surgido un momento Hamilton. A partir de ahora podremos hablar de una verdadera economía europea.

(*) Economista. Comité Editorial.