Cuando alguien se hace socio de un club, tiene que aceptar unos estatutos previos y pagar una cuota, lo que te da derecho a opinar sobre la gestión y los cambios estatutarios del club, disfrutar de aquellos servicios que nos brinda, que no podemos permitirnos como individuo.

Si se cambian las normas estatutarias, cuotas, o servicios, estando dentro del club, tanto hayamos votado a favor o en contra, nos obliga igualmente, pues debemos aceptar las reglas democráticas y, en caso contrario, siempre tenemos la puerta de salida convenientemente señalada.

Si cambiamos la palabra "club" por "Unión Europea" y "socios" por "países" el procedimiento sigue siendo el mismo, aunque el fondo es mucho más serio.

Ahora, cualquier ayuda que reciba un país miembro de la UE está condicionada al cumplimiento de una serie de restricciones que garanticen el pago de la deuda y la garantía de que esas ayudas no se conviertan en necesarias para el día a día y, por consiguiente, de obligado otorgamiento por parte de la UE sine die.

A nadie le gusta que le apriete el zapato y no paramos hasta conseguir la cómoda horma que nos permita sonreír y salir airosos de la opinión pública interna de cada país. Al fin y al cabo es a quien primero nos debemos.

Tampoco se trata de jugar con los datos del gasto público en relación al PIB de cada país. Estamos hablando de la calidad del gasto no de la cantidad. Tampoco hablamos del tamaño de la Administración Pública en la economía, sino de su eficiencia y seguridad jurídica, interna y externa.

Aspectos como tasa de desempleo, prima de riesgo, productividad, reformas estructurales, porcentaje de déficit público, sostenibilidad fiscal, nivel de endeudamiento público-privado, así como una buena dosis de credibilidad, son necesarios para entender esta situación bipolar en Europa. Sin olvidarnos que son los primeros presupuestos en que se plantea una ayuda a fondo perdido y que uno de sus grandes socios, Reino Unido, ya encontró la puerta de salida y no contamos con sus aportaciones financieras.

Sí hablamos, porque es el talón de Aquiles de la Europa pre y post coronavirus Covid-19, que parte de ese peso del estado en la economía, es debido a un excesivo déficit que se pretende financiar con fondos exteriores, volviendo a la subordinación de su concesión a la capacidad de retorno del préstamo y sus intereses y, lo que es más importante, la aprobación de medidas necesarias y creíbles para que no vuelva a darse el déficit de partida o, como mínimo, tengamos un plan dotado para eventos extraordinarios y catástrofes.

Cuando uno va al banco, mayoritariamente aceptamos sus condiciones y solo tratamos de negociar algunos aspectos que permitan que la devolución del mismo no sea una carga inasumible. Un contrato de adhesión que se dice.

Otros modelos económicos existen. Seguro que sí, pero este club tiene los suyos y son para todos sus socios por igual. ¿Seguimos jugando dentro del club o buscamos la señal de la puerta de salida?