Vivimos en un entorno volátil, ambiguo y complejo. Estamos asistiendo a la disrupción de la disrupción, la ruptura brusca de lo que hace tres meses consideramos normal. Es necesario readaptarse, restaurar el hábitat social, económico y medioambiental. La sostenibilidad marca el rumbo. Y, asidos al control estricto de cada rebrote, es ineludible aunar esfuerzos para recuperar el sistema industrial más decisivo de España, el turismo.

A Amancio López Seijas, preboste del Grupo Hotusa, gallego sabio y prudente, le gusta repetir que la salud es prioritaria para rescatar la economía y que sin economía no hay salud. En la última sesión del seminario Salvemos el Turismo, en el que participaron dos eminencias del sector, Maurici Lucena, Presidente de AENA, y el ex ministro de casi todo y avezado hombre de la empresa turística, Josep Piqué, se significaron algunos aspectos esenciales de la nueva realidad del sector turístico. La empresa de aeropuertos que vio reducida su actividad al 1% durante la pandemia, alcanzó el 15% durante junio y rondará el 40% en julio -eso sí, con los aviones medio llenos por las medidas de prudencia adoptadas-.

El indicativo es preciso y procura la necesaria esperanza para el conjunto de la industria y de la ciudadanía. Debe considerarse que el 80% de los visitantes extranjeros a España llegan en avión que, junto al tren y los autobuses -también en periodo de restablecimiento-, son imprescindibles para la interconexión entre ciudades españolas y para el traslado de mercancías. Hay que conseguir implantar protocolos estandarizados en cada aeropuerto, estación, puerto del mundo. Los procedimientos a aplicar han de ser idénticos, tal y como ocurrió después del 11-S. Caminamos, no es poco.

La sociedad ha cambiado. Hay que recomponer un puzle de fichas muy delicadas, un rompecabezas afectado por de una crisis coincidente de oferta y demanda, una situación nada habitual y ciertamente compleja. Se tardará en resolverla. Según el Presidente de Exceltur y CEO de Meliá Hoteles, Gabriel Escarrer, en el turismo no se volverá a los niveles de 2019 hasta 2023.

Hay que aplicar un marketing de inteligencia basado en la seguridad. Importa, primero la salud de empleados y clientes, después, la viabilidad financiera y legal de los negocios. Es muy relevante la higiene en los locales, el control minucioso de aforos y servicios o el del comportamiento de los públicos. En la normalización, destaca el papel esencial de las nuevas tecnologías, las que permitirán dar una respuesta inmediata a cualquier circunstancia anómala y, ante un nuevo rebote, la identificación y localización de los posibles afectados. E interesa el prestigio de las marcas.

En todo eso se trabaja con ahínco. Lo hacen los sanitarios, pero también la Mesa del Turismo, Exceltur, la Asociación Española de Profesionales de Turismo, las federaciones, gremios y asociaciones de hostelería y comercio; los economistas y empresarios -OCDE, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea)-, la Cámara de España-; Ifema, Fitur; Segittur, World Travel Tourism Council y la Organización Mundial del Turismo; los centros de estudios y análisis de los grandes bancos -Santander, BBVA, Sabadell, Abanca, etc.-; las Universidades y las consultoras; los museos; etc. En ello están los expertos funcionarios europeos, estatales, autonómicos, provinciales y municipales.

El Gobierno central ha nombrado nuevos responsables de la Secretaría de Turismo y de Turespaña, buscando nuevas respuestas a la crisis. España tiene a los mejores expertos del mundo trabajando en la recomposición de un sector que es absolutamente transversal. Se sabe que es necesario alcanzar mayores cotas de eficacia en la gestión. Algo se mueve, se indaga con la urgencia que el sector demanda para responder cuando antes a la pérdida de competitividad. Necesitamos el dinero de Europa y recuperar a decenas de millones de viajeros -según Exceltur, esta temporada la ocupación en destinos vacacionales se limitará a entornos del 30%- .

El sector necesita anticipar la verdad, demostrar su credibilidad y recobrar confianza. Son fundamentales la experiencia y la divulgación de información fiable. Los profesionales deberán preguntar y entender qué está ocurriendo y atinar y proponer destinos seguros en momentos seguros. El viajero tiene que saber a dónde puede viajar, en qué época y cómo puede hacerlo. Todo con el menor riesgo posible.

Hay que aprovechar la oportunidad. El turismo tiene que obtener, evaluar y procesar datos ciertos y equiparse informativamente para divulgar sus proposiciones con vigencia y de manera eficiente. Será fundamental evitar la difusión de noticias confusas sobre pandemias u otro tipo de cuestiones -es imprescindible, por ejemplo, unificar los criterios de evaluación estadísticos, las cifras de visitantes, ganancias o pérdidas, incluso de empleos, que varían en demasiados millones-. Quizás el INE, en colaboración con el sector privado, tenga que demostrarse como fuente referencial del turismo. Hay que reflexionar, aclarar conceptos, establecer acuerdos y actuar con rotundidad. La Europa a la que pedimos que nos ayude no admite bailes de datos a la conveniencia de cada asociación u organismo.

Deberá diseñarse un modelo turístico al menos para una década. Se sabe, por ejemplo, que, en ese periodo, la digitalización jugará un papel fundamental. Los profesionales del viaje y los informáticos tendrán que acertar al desarrollar esos productos. Deberán diseñarlos, demandarlos, entenderlos, aplicarlos y adoptar soluciones.

Para ser competitivos y poder conocer al cliente habrá posiblemente que adaptar la Ley de Protección de Datos a la nueva realidad. Las referencias aportadas por el consumidor, de forma directa o en redes, son imprescindibles como indicativo de las tendencias y como sistema de implantación de los ofrecimientos, que cada vez tendrán que ser más próximos y personalizados. Habrá que conocer con exactitud las preferencias de cada viajero antes de escoger un destino, sus expectativas durante la estancia y atender cuantas variaciones demande en su estadía. De todo ese conjunto se ayudará cada establecimiento para completar su oferta. Hacen falta autorización y sobre todo inteligencia artificial y maleabilidad. Ductilidad, transparencia e inspiración.

Los ejes seguirán pivotando sobre la calidad, la competitividad e innovación. Aparecerá un turista nuevo -incluidos los adscriptos a grupos de riesgo-, emergerá un cliente más joven, que optará por compañías sostenibles con implicaciones sociales, medio ambientales, etc.

Alinearse con todos los conceptos expuestos resulta imprescindible. Hay tantas experiencias como turistas y hay que generar ecosistemas adaptados a quien paga. La demanda existe y hay que utilizar talento para captarla. La obsolescencia cerrará negocios, solo pervivirán los que ofrezcan seguridad y se adapten, es decir, los mejores.

(*) Periodista y miembro de la Mesa de Turismo de España