Si a una zona de España procede en principio atribuirle trasunto religioso es a Euskadi y Navarra. Pudo parecer que hace dos generaciones abandonaron su catolicismo medular y en ocasiones integrista y dejaban de ser la Polonia española. El ascendiente e impronta religiosa son enormes en esa región y la iglesia vasca resultó medular: el gozne que permitía la transferencia de la religión institucionalizada al nacionalismo; doblemente, a través del PNV y ETA. Está teóricamente aceptado considerar el nacionalismo "religión de sustitución", no deja de ser pueblo de dios, comunidad cerrada, "umma", prevalencia absoluta del ente étnico "pueblo vasco".

El clero participó en esa conversión de la religión institucionalizada en "religión de sustitución"; ETA, en sus comienzos, tiene en sus filas abundantes seminaristas, y la jerarquía vasca, ejemplo el obispo Setién, avala a ETA. El clero vasco guía a la feligresía de una religión a otra. Tres datos: 1) la resistencia culturalista al franquismo está en el clero, con revistas como Zeruko Argia, 2) ETA jamás atentó contra sacerdotes, 3) en Euskadi nunca se han quemado iglesias ni asaltado capillas. Nadie rompió con la Iglesia mediante actos o conductas adversas, menos enfrentadas. Fue un corrimiento suave, natural, acogedor.

El PNV ha sido socio de la Democracia Cristiana, ideología que participa de la doctrina social de la Iglesia y del comunitarismo, como algo opuesto a liberales y conservadores. Ahondar en lo social y comunitarista es hacerlo en los valores colectivos de comunión y pueblo, como unidad compacta. Misma religiosidad que solo desplaza el culto.

Abundan los libros sobre ETA desde el punto de vista antropológico y estudios por ejemplo de funerales de etarras "caídos" -asistí a uno- y la simbolización de la inmolación, la sangre derramada para la redención es transferencia litúrgica exacta.

Bildu se nutre también de las amplias clases medias que gozan de un bienestar típicamente burgués, pero seducidas por la pertenencia orgánica (no cívica) al pueblo vasco, y su compromiso unánime y coral con una sociedad y valores (que diría Isaiah Berlin) monistas, opuestos al pluralismo. El actual PSOE que ha trocado las referencias socioliberales por las populistas y colectivizantes, comparte no poco de esas creencias e inspiraciones comunitarias de matriz nacionalista. Es pueblo también, pero ya no de clase.

En Euskadi se va ahogando drásticamente la diversidad, incluido el identitarismo posmoderno (LGTBI, ecologistas, etc) subsumido también de forma plena en la identidad (integral) homogeneizadora nacionalista. Arrollan con todo. Los vascos que todavía crean en la autonomía de la voluntad individual y responsable, en el libre pensamiento y sus propios valores, en disentir, deberían ir pensando en huir. O asfixiarse.