Román Rodríguez asegura de nuevo que su estrategia política pasa por prescindir de estrategia política. Nada. Absolutamente nada. El Gobierno de Canarias no tiene, en puridad, una política económica, aunque presuma de políticas sociales y asistenciales, y se cuida muy mucho de mover algo fiscalmente. Ya empieza a resultar impúdica la retórica de no dejar atrás a nadie. Porque actualmente el desempleo ya sobrepasa el 23% de la población activa y los ERTE sostienen en un limbo agónico a más de 100.000 trabajadores en las islas. "No haremos recortes como en la anterior crisis, como hizo CC", repitió el consejero de Hacienda ayer por enésima vez. ¿Como hizo CC? Los recortes más brutales los mandató Rodríguez Zapatero, por cierto, después de descartar cualquier recorte. En Canarias se procedió a una feroz poda presupuestaria bajo la presidencia de Paulino Rivero en dos fases: la primera y más asfixiante, con José Manuel Soria como consejero de Economía y Hacienda; la segunda, apretada pero menos profunda, con José Miguel Pérez como vicepresidente y consejero de Educación. Rivero casi carecía de cualquier margen de maniobra para hacer otra cosa. Rodríguez sostiene que este año no habrá problemas: con las pólizas bancarias que ha suscrito el Gobierno de Ángel Víctor Torres y el superávit de la Comunidad autónoma se cubrirán los gastos. Y si Pedro Sánchez autoriza el acceso de ayuntamientos y cabildos el acceso a los 4.000 millones que tienen en los bancos se podrán salvar 2021 y 2022. A un servidor, más que reflexiones keynesianas, le parecen cuentos de la lechera.

No hay plan B, por supuesto. Ninguno. Es curioso que Rodríguez no se haya referido al Plan de Empleo de Canarias, dotado con 42 millones de euros. Quizás porque a Canarias llegaron muchos millones de euros a través del PIEC con los resultados que están a la vista. El PIEC es merienda para hoy y parado para mañana. Es absurdo pagar a alguien que haga un curso de inglés empresarial o de diseño digital si luego no existen empresas que demandan tales conocimientos. Lo que necesita el país es reinventarse inteligente, consensuada y paulatinamente, no quedarse en una suerte de panglossismo ensimismado, según el cual vivimos en la mejor de la crisis posible, y casi nos dará pena cuando se acabe. Actuamos en las recurrentes crisis igual que en los escasos periodos de prosperidad -en los que jamás descendió el desempleo por debajo del 10%- corriendo a pedir el paraguas institucional -Madrid, Bruselas- que nos proteja de la lluvia asesina.

No sé por qué protesta el secretario general de CC, José Miguel Barragán, al comprobar que la reunión sobre el desarrollo del Pacto sobre la Reactivación Social y Económica de Canarias sirvió para mostrar a los firmantes un somero power point y tomar café. En vez de protestar debería entrar en pánico. ¿Cómo afirmar que Canarias se enfrenta a su crisis más grave desde la posguerra civil y parapetearse -por el momento metafóricamente- en los superávit y el endeudamiento sin mover una ceja? ¿No es el momento de pequeños y temporales ajustes en la fiscalidad para incentivar el consumo? ¿No debería plantearse un diagnóstico sobre las ineficiencias y estrangulamientos de la administración autonómica corrigiendo despilfarros? ¿Por qué no una propuesta de reforma administrativa que ayude más y mejor a neutralizar las debilidades de nuestro modelo económico? A mí Rodríguez me recuerda cada vez más la copla del gitano estoico: "Cada vez que considero/que me tengo que morir/ echo la capa en el suelo/ y me jarto de dormir".