El PSOE ha sacado unos resultados electorales mezquinos en el País Vasco y Galicia mientras los de su socio, Unidas Podemos, han sido catastróficos. Por supuesto que en cada comunidad operan sus propias dinámicas territoriales, pero existe una regla bastante consistente: en un Gobierno de coalición el que más se beneficia es el socio mayoritario. Si en ambas comunidades el PSOE no sacó peores resultados fue, muy probablemente, porque el voto de izquierdas no nacionalista se concentró muy ampliamente en el apoyo de las candidaturas socialistas. Por supuesto, un novelista de ciencia ficción frustrado como José Luis Ábalos ha ofrecido una explicación más divertida: los resultados del PSOE son muy buenos y quienes han fracasado han sido aquellos que intentaron que fueran peores. Han fracasado el PP y el BNG en Galicia y el PNV y Bildu en Euskadi, según el secretario de Organización del PSOE desde esa combinación de cinismo pringoso e indigencia intelectual que le caracteriza.

Es improbable que este doble fiasco tenga consecuencias inmediatas para la alianza que sostiene el Gobierno de Sánchez. No tienen alternativa. Lo malo es que tampoco tienen siquiera socios fiables para aprobar los presupuestos generales del Estado de 2022: los votos de Ciudadanos son insuficientes y los de ERC están mediatizados por las elecciones autonómicas en Cataluña el próximo otoño, cuando la crisis económica se agudizará y todavía no habrán llegado los recursos de la UE. Actualmente los gobernantes son caminadelado, según la expresión de un pibe, El Farola, que rescató Ezquiel Pérez Plasencia. Intentan que sobrevivamos, pero sobre todo sobrevivirnos a todos en el poder. Para terminar fundiéndose definitivamente en el abrazo fraternal entre socialdemocracia europea y peronismo queer, el PSOE ha asumido como propia una técnica del manual populista de Podemos: la polarización sistemática y estructural. Buenos y malos, arriba y abajo, progresistas y fascistas, honestos y corruptos. Es la única manera de mantener la tensión en tu electorado: cocinar todo como una guerra cultural donde se juegan valores morales a vida o muerte. Porque ya el electorado de los otros no interesa. La prioridad es conservar el propio y/o succionarlo a tu vecino político-ideológico.

El crecimiento de los socialistas en las encuestas está entre moderado y muy moderado, y siempre en prejuicio de Unidas Podemos. Pero cada espacio político tiene sus rasgos definitorios. Pongamos por ejemplo, Santa Cruz de Tenerife. Hace pocos días el profesor Domingo Garí escribió un artículo interesante en el que recordaba que en las locales del pasado año Podemos y Sí se Puede se presentaron por separado. La candidatura encabezada por Ramón Trujillo obtuvo representación y la de SSP no. ¿Una plancha común no hubiera obtenido cinco ediles sin mermar la representación del PSOE? Es una hipótesis que indicaría que la capital ya no es una plaza predominantemente de centro derecha. Algo que el (de nuevo) alcalde Bermúdez y CC deberían considerar para su estrategia política en los próximos tres años.