De allí son los próceres, los libertadores, el criollismo sociopolítico, las revoluciones agrarias, el peronismo-corporativista fascista y de ultraizquierda aramada, el golpismo militar de juntas militares y tanques en las calles, el caudillismo (político y literario), la guerrilla urbana, la guerrilla rural y sus ejércitos revolucionarios dominando parte del territorio; el apetito sacrificial, la teología de liberación, el cristianismo de base, las tentaciones martirológicas, el Che y la imaginería romántica-souvenir; el indigenismo, el populismo en todas sus variantes demagógicas, el salvador-allendismo (socialismo de mayoría simple y corta dispuesto a estatalizar la economía y eliminar las libertades, que solo Pinochet santificó, y que seguirá la desmitificación del Che), el ferviente y enfermizo credo anti-imperialista, las revueltas, el victimismo antropológico, la necesidad de mayores rigores religiosos ahora con el evangelismo, los escuadrones de la muerte, otra especificidad; los señores de la guerra y contrapoderes como las maras y los cartel, la inseguridad ciudadana; el izquierdismo institucional homófobo (Che, Cuba), los gobernantes izquierdistas convertidos en auténticas monarquías hereditarias, los gobiernos populistas de corrupción, saqueo, tráfico de drogas y crimen organizado; las estrictas políticas neoliberales (estas de verdad) con resultados enfrentados, el revolucionarismo político y el conservadurismo en costumbres, moral y familia; las últimas teorizaciones populistas y su praxis en Venezuela, la eliminación paulatina de las estructuras democráticas por la fuerza y artimañas tiránicas, con asesoramiento de hombres de Estado españoles: Zapatero, Monedero.

Buena parte de esos excesos tienen algo en común: que es la necesidad de atajos, de liberación/redención urgente, de consecución apremiante de la utopía, de anteponer escuetas ideas de saldo en pos de paraísos de justicia, al esfuerzo, continuidad del trabajo y reformas, justo lo que la democracia liberal no garantiza , ni las oportunidades del capitalismo (que para el resto del mundo no parece arrumbarlo a la pobreza a gran escala, antes bien a todo lo contrario, dados los apabullantes cambios sociológicos y crecimiento mundial). La geografía centroamericana populista e izquierdista será la tierra de promisión de los marginales intelectuales y revolucionarios españoles, sin proyecciones académicas relevantes o meramente funcionariales. Conforme a la verdad empírica de que la corrupción sistémica es inmanente a la falta de libertad, nuestros podemitas descollaron.

Pero si hay una proyección política novedosa que no hemos enunciado en nuestra relación de características hispanoamericanas, es la que ha inventado nuestro macho alfa Pablo Iglesias, pareja de sucesivas jóvenes "ilusionadas" -unas machistas de molde muy tradicional: amante/promoción-, que es la síntesis perfecta entre el reggaetón de letra más cutre y las telenovelas más macarras. Ese es Pablo, esas, ellas, que siga el baile: El Serrucho de Mr. Black.