Después del grotesco intercambio de insultos entre José Alberto Díaz y Santiago Pérez en el último pleno de La Laguna, la concejal de CC Candelaria Díaz Cazorla pidió la palabra y exigió que acabase ya la payasada. A mí ya no me espantan los titulares de ciertos medios de comunicación y, por supuesto, Candelaria Díaz no se "desmarcó de la corrupción de Clavijo y Díaz". Hizo algo que ningún dirigente de CC ha hecho: defender el respeto que merecen los votantes de CC, la decencia de sus militantes, la honorabilidad de la inmensa mayoría de sus cargos públicos. Cierta izquierda ha elegido el camino de criminalizar a CC, de reducirla a una piojosa organización delictiva empecinada en el latrocinio, la destrucción del país y la infelicidad de la gente. Es necesario insistir hasta la náusea en esa descripción para poder legitimar su liquidación política. No basta con que no gobiernen ahora: no deben gobernar nunca más. El objetivo no es ganarle las elecciones al adversario político, sino aniquilarle y usar su cráneo como copa para beber tus eslóganes. Y no solo se puede utilizar la judicialización del mercado político para hacerlo: más importante es ganar la batalla del lenguaje.

Yo jamás he visto insultar tan miserablemente como en los plenos del ayuntamiento de La Laguna del mandato pasado. Era un muladar de injurias. Al alcalde y los concejales, a asociaciones vecinales, a cargos públicos nacionalistas, al personal eventual, a los socios políticos de José Alberto Díaz. A mí, oh, modestamente. Se insultaba a la teniente de alcalde por un concejal zancandil que lanzaba risitas alitósicas al hacerlo. Todo este esfuerzo en el ultraje era necesario. Primero para no reconocer en ningún momento a CC como interlocutor político. Y segundo para que los medios de comunicación que les eran afectos repitieran los dicterios en el revuelo de un escándalo: corruptos, mentirosos, ladrones mamporreros, canallas, vendidos, enchufados, miserables. Una y otra y otra vez. Ese y no otro era, básicamente, su programa político común.

Candelaria Díaz representa lo mejor de CC en La Laguna y su exigencia de respeto hacia su partido y a sus miles de compañeros dentro y fuera de Tenerife, precisamente, lo demuestran de nuevo. Compromiso, trabajo, compañerismo, honradez y la convicción de que la política o se asume como un instrumento para mejorar la vida cotidiana de la gente o no es sino la vomitona egomaníaca de quien cree que cambió la Historia y no se ha deshecho de su pedantería. Trabaja en su empresa, es ciudadana a tiempo completo y concejal como un acto de servicio, sabe de números y de las calles de Taco y La Cuesta, y al mismo tiempo no puede aguantar la carcajada cuando descubre la levitación de algunos totufos que llegan inexplicablemente a los despachos del poder. Cuando Candelaria ríe se aprecia claramente que es una persona libre que conoce el sabor de la felicidad. Y eso a algunos les parece peligroso.