Román Rodríguez asegura que los próximos meses serán "trágicos" para Canarias. Yo sospecho que todos han perdido, si alguna vez lo tuvieron, el sentido de la tragedia. Lacan, que escribió tantas gilipolleces, ofreció también páginas muy hermosas sobre ese extraviado sentido de lo trágico en la sociedad contemporánea. Los hombres han perdido la capacidad de leer en el dolor los signos de la verdad. Lo trágico es un destino que nadie ni nada puede doblegar. Hace más de 200 años Napoleón declaró muerta la tragedia precisamente porque "en nuestra época el destino es la política". Pero la política, salvo cuando se disfraza de batallas culturales, se bate en retirada. La aseveración de Román Rodríguez, consejero de Hacienda y Asuntos Europeos, es el reconocimiento palmario de una derrota. Una derrota que no es un endemismo, sino un tránsito universal.

Lo más curioso es que el vicepresidente empleen la expresión tragedia para no ser explícitos sobre lo que vendrá. Una caída del PIB como la que se vaticina para España con su consecuencia en la evaporación de ingresos públicos, es simplemente poner a una sociedad en riesgo de pasar hambre. A eso es a lo que los isleños deberán enfrentarse después del verano y, sobre todo, cuando el último día de septiembre se extingan los ERE en curso, que mantienen congelados como zombis laborales a más de 200.000 canarios. Incluso si solo un tercio de los afectados vieran como su ERTE se transforma en un ERE tendríamos una tasa de desempleo superior al 30% antes de terminar octubre. ¿Tragedia o esperpento? Da igual. Lo que deberíamos saber es lo que se nos viene encima y eso es lo que, pudibundamente, nos ocultan los gobernantes. Y no solo se trata de un ocultamiento deliberado. Es punto menos de sistemático.

El Gobierno de Canarias se niega, por supuesto, en proponer dar marcha a atrás a la subida salarial del 2% para los funcionarios y empleados públicos y que comenzó a ser aplicado poco antes de que la pandemia del coronavirus obligara a declarar el estado de alarma.

Tampoco se ha presentado ningún plan técnico desde el Ejecutivo regional para reducir empresas y entidades públicas o reformas administrativas para evitar superposiciones y duplicidad de unidades y competencias con cabildos y ayuntamientos. Ocurre que Ángel Víctor Torres y Román Rodríguez miran hacia Madrid, a ver quién comienza a meter la tijera, mientras en Madrid se implora que Bruselas, para aprobar los varios fondos de emergencia, condicione su acceso a criterios de austeridad y maximización del gasto. Nadie quiere ser el primero en desangrar al ciudadano en general y al funcionario muy en particular. Pero una tragedia con funcionarios con jornada laboral de seis horas y pagas extras no hay quien la entienda. Ni quien la lea. Ni probablemente quien la escriba. Eurípides escribe algo así y lo destierran al desierto de Gomati con el comité ejecutivo de Ciudadanos.