La rumorología política en esta legislatura se está convirtiendo en una pandemia. En la bajamar del último pleno parlamentario quedó varado sobre un risco el último chisme: Ricardo Fernández de la Puente, viceconsejero de Turismo con Paulino Rivero y actual diputado regional de Ciudadanos, abandonaría próximamente su escaño, al aceptar un empleo como consultor o director general de una importante empresa turística. O con intereses turísticos. Fernández de la Puente habría descubierto que en Canarias Ciudadanos tenía un presente penoso y un futuro nulo. Mejor liar el petate si existe una posibilidad en la vida civil antes de agonizar al final de la legislatura. Lo más simpático es la segunda parte: si don Ricardo dejara la Cámara, su sustituta sería Teresa Berástegui, quien no hace muchas semanas fue nombrada viceconsejera de Turismo por la sagrada voluntad de Casimiro Curbelo, fundador, líder y columna jónica de la Agrupación Socialista Gomera. Hay chismosos particularmente malignos que aseguran que la empresa turística a la que se mencionó anteriormente tiene en La Gomera, por cierto, sus principales intereses.

Reviste cierto interés recordar que los directores generales no pueden conciliar su cargo con un escaño, pero los consejeros y los viceconsejeros sí. Se me antojaría una rareza que, de cumplirse el chisme, la señora Berástegui votase en el mismo sentido que la señora Vidina Espino, que se convertiría en la última representante de Ciudadanos en Canarias, algo así como la última hablante de una lengua que se extingue y en cuyo léxico el naranja era el color de la esperanza. Berástegui se alinearía, cabe suponer, con las posiciones de la ASG, es decir, votaría a favor del Gobierno presidido por Ángel Victor Torres, de los que los casimiristas forman parte extrañable.

En definitiva, Curbelo dispondría de una cuarta acta en el Parlamento, y los más lenguaraces insisten en relacionar la supuesta dimisión del señor Fernández de la Puente con la nueva ascensión gloriosa de la señora Berástegui. No me lo termino de creer, pero la conclusión del simulacro es absolutamente obvia: la posición política de Curbelo se fortalecería aún más, tanto para seguir apoyando a este Ejecutivo hasta el 2023 como para formarte parte en alguna alternativa impulsada por Coalición Canaria y el Partido Popular. El principal argumento contra este relato es que la posición de Curbelo ya es, actualmente, inexpugnable. Le guste o no a Román Rodríguez el primer borrador de los complejísimos presupuestos de la Comunidad autonómica para 2021 llegaran simultáneamente a su mesa y a la de Casimiro Curbelo, que además tendrá un lápiz rojo y una goma de borrar muy gorda junto al documento. Es cierto. Curbelo es hoy probablemente el político más influyente de Canarias, y la influencia, por supuesto, es un instante definitivo del poder. Pero, ¿por qué resignarse? El principal rasgo de los hombres poderosos es que el poder siempre les sabe a poco.