Un estimado amigo, militante y cargo público de izquierdas, escribe en Twitter una barbaridad sobre Evelyn Alonso casi al mismo tiempo que tomaba posesión como concejal del ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, en sustitución de Juan Ramón Lazcano, exconcejal de Urbanismo, que renunció a su acta hace meses. A mí me aflige, sinceramente, y le pregunto por qué lanza esa andanada verbal, en la que no hace un juicio político, sino una brutal descalificación moral. No sirve para gran cosa. Desde el mediodía de ayer, cuando se conoció que CC, el PP y Alonso habían firmado un acuerdo político para presentar una moción de censura contra la alcaldesa Patri Hernández, han comenzado a llover enormidades en las redes sociales. Nada comparable con la reacción en el mundo coalicionero hace un año. Entonces quien lanzó las mayores barbaridades fue, precisamente, Ciudadanos, cuya diputada regional, Vidina Espino, llegó a tachar la votación que puso en manos de Hernández el bastón de mando de "tamayazo". En ese preciso momento los dirigentes de CC estaban demasiado conmocionados para decir nada.

Ciudadanos criticó y abrió expediente de expulsión a Zambudio y a Lazcano -la primera, cómicamente, sigue fuera del partido- por negociar por su cuenta y riesgo con el PSOE. Ahora los afantasmados dirigentes nacionales de Ciudadanos critican amargamente que Alonso vote a favor de que Bermúdez vuelva a la Alcaldía. Uno, Carlos Cuadrado, del que ignoro si alguna vez ha pisado esta isla, ha proclamado que es una irresponsabilidad poner mociones de censura en esta hora crítica y dolorosa de la pandemia. Quizá quepa achacar al escaso conocimiento de la realidad política canario del señor Cuadrado que ignore la moción de censura contra el alcalde del municipio majorero de La Oliva, Isaí Blanco, apoyada por el PSOE y celebrada el pasado mayo, cuando morían enfermos por la covid en el archipiélago.

La moción de censura es perfectamente legal y legítima, como lo fue el acuerdo entre el PSOE, Ciudadanos y Podemos, digan lo que digan los cuadrados de ayer y de hoy, que solo demuestran su irrelevancia política. También es perfectamente previsible que los socialistas ultimen a toda velocidad un relato macabro sobre la censura, que tiene todos los visos de prosperar, y que se centran, para variar, en el cuerpo y el alma corrupta de Coalición Canaria. Ya arrecían los tuits. El problema con los relatos como instrumentos de propaganda política es que tienden a convencer únicamente a los tuyos; es una técnica de reafirmación colectiva. Todavía hay bastante gente que recuerda que la alcaldesa fue vicepresidenta y consejera de Empleo de un Gobierno sustentado en un pacto entre el inmaculado PSOE y la bestia indescriptible de Coalición Canaria. En efecto, fue la vicepresidenta de Clavijo. Y no hace veinte años, sino la legislatura pasada.

El principal problema que tienen ahora los socialistas chicharreros es que carecen de una gestión que defender. Gobernaron un año entero y se resignaron a un continuismo cosmético y al culto a la personalidad de la alcaldesa. Uno (una) puede llegar a liderar un municipio sin un proyecto político o un modelo de reforma de los servicios sociales o lo que sea. Pero debe articularlo en seis meses y renovar sobre el mismo la confianza de los ciudadanos. No ha sido así y el recurso que queda es un relato de estigmatización del adversario como expresión de toda la maldad que cabe entre la Farola del Mar y las cumbres de Anaga.