Finalmente los sumos sacerdotes de Presidencia de Gobierno decidieron filtrar a los medios que les con simpáticos los nombres de los agraciados con las consejerías de Sanidad y Educación. Cuando se espera de un presidente desde hace semanas una decisión singularmente relevante van y los filtran. En fin, cada uno hace lo que puede, lo que sabe o lo que ignora. Lo cierto es que las interinidades que se han sufrido eran perfectamente evitables y solo se explican por las dificultades de Ángel Víctor Torres para encontrar nombres que no soliviantaran a nadie. Al final no pudo conseguir ni propuestas viables del PSOE tinerfeño ni un abierto nihil obstat de sus compañeros. Así que sorteó la situación apostando por renovadora sangre de sexagenarios que ya no pueden convertir su cargo es una base de operaciones para conseguir más poder orgánico.

Blas Trujillo hace mucho tiempo que dejó de ser el joven listo, intuitivo y expansivo que Jerónimo Saavedra convirtió en consejero de Trabajo. No sabe nada de gestión sanitaria, pero domina perfectamente todas las aptitudes necesarias para negociar con los sindicatos y los grupos de interés de la Consejería de Sanidad y su insaciable estómago, el Servicio Canario de Salud. Trujillo tiene tumbao, tiene tumbao, y no camina de lado. La elección de Alberto Pazos para dirigir el SCS es inteligente y complementa perfectamente las sabidurías y mañas de Trujillo. Conrado Domínguez seguirá languideciendo como secretario general de la Consejería de Obras Públicas. Le han perjudicado la excesiva publicidad que le dieron los que avalaban su nombramiento, pero la orientación general de la política sanitaria no será muy distinta. Blas Trujillo practicará un conrradismo asesorado eficazmente por Pazo. Manuela de Armas es, igualmente, una excasitodo después de treinta años dedicada a la política. Diputada, brevísima alcaldesa de Arrecife, presidenta del Cabildo de Lanzarote y viceconsejera de Educación con José Miguel Pérez como silencioso vicepresidente y consejero de Educación y Universidades de ocho de la mañana a cinco de la tarde. Es cierto que fue maestra, pero cuando, en vez de ordenadores, todavía funcionaban los ábacos. Como viceconsejera, en sus tiempos, se dedicó básicamente a no meterse en líos: la invisibilidad es el primer deber de todo viceconsejero que se precie.

Algunos insinuaban que Torres aprovecharía esta postergada crisis de gobierno para introducir otros cambios. Pero, ¿por qué iba a hacerlos? Ni siquiera le molesta Podemos: son buenos chicos y se mueren por seguir redimiendo a Canarias desde sus despachos. Este Gobierno será el que culmine la legislatura en los próximos tres años, si el presidente no anticipa elecciones seis meses o un año, dependiendo de la situación en Madrid y de sus encuestas. No hay alternativa por feas que se pongan las cosas, y se pondrán realmente horribles a lo largo del próximo otoño. O lo que es lo mismo: a Casimiro Curbelo no le interesa ninguna otra fórmula de Gobierno, ningún otro pacto, ningún otro presidente Su situación como socio privilegiado es inmejorable y nadie podría mejorar sus condiciones. Bueno, sin duda disfrutaría mesándole los bigotes a Román Rodríguez, que le cae realmente mal, y es el único que de vez en cuando se atreve a gruñirle. Pero es un placer menor y para cumplir los sueños pequeños siempre hay tiempo.