La anunciada anexión por Israel de parte de la Cisjordania ocupada amenaza con convertirse en una patata caliente para el inminente turno de presidencia alemana de la UE.

Como adelanto de lo que está por venir, al jefe de la diplomacia alemana, Heiko Maas, se le denegó la pasada semana la posibilidad de pasar de territorio israelí a Ramala, actual capital de facto de Palestina.

Maas pretendía entrevistarse allí con el jefe del Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina, Mohammed Shtayyeh, para conocer su punto de vista sobre los planes anexionistas del Estado judío, pero se le impidió con el pretexto del coronavirus.

Según informaron medios germanos, de haberlo hecho, Maas habría tenido que someterse a dos semanas de cuarentena antes de poder pisar otra vez el aeropuerto israelí de Ben Gurion.

Las autoridades israelíes adujeron razones sanitarias pero no fueron capaces de explicar por qué se ha permitido entrar y salir, por el contrario, a otros representantes diplomáticos, a corresponsales extranjeros y por qué también miles de palestinos cruzan diariamente de uno a otro lado.

Ante tal contratiempo, Maas optó por aprovechar su viaje a Amman para no sólo entrevistarse con su colega jordano, Ajman Safadi sino también desde allí, en videoconferencia, con el desairado primer ministro palestino.

El mismo día en que Alemania comience su semestre de presidencia de la UE, es decir el 1 de julio, coincide con el de la planeada anexión de territorios palestinos ocupados según el acuerdo de coalición firmado por Netanyahu con el partido Azul y Blanco de Benny Gantz.

Netanyahu está molesto con la oposición la UE a su plan anexionista, que viola claramente el derecho internacional, y recibió con claro disgusto la visita del ministro alemán.

Algo mejor que con Netanyahu transcurrieron, según la prensa alemana, las conversaciones de Maas con su nuevo homólogo israelí, Gabi Aschkenazi, y con el titular de Defensa, el general Gantz, que se alternará en el poder con Netanyahu.

Aunque Washington ha dado ya su visto bueno al plan anexionista de Netanyahu, Aschkenazi se comprometió a tener en cuenta también el punto de vista de Berlín sobre ese asunto y dijo estar abierto al diálogo con los palestinos, que rechazan frontalmente un plan que viola todas las resoluciones de la ONU.

Según medios israelíes, el socialdemócrata Maas informó en sus conversaciones a puerta cerrada con sus interlocutores judíos de los preparativos de la UE para aplicar sanciones a Israel si lleva a efecto la anexión de tierras palestinas y dijo que Berlín difícilmente podría oponerse a las mismas aunque no las compartiera.

En público, sin embargo, Maas no pronunció en Jerusalén la palabra "sanciones", explicó a la prensa que su viaje a Israel tenía únicamente como objetivo informarse y se mostró contrario a cualquier "política de amenazas".

En tono muy diplomático, el ministro alemán dijo haberles expresado a sus interlocutores "como amigoa de Israel" que es la "seria preocupación" que suscita el plan israelí.

¿Hay que esperar algo más que una protesta simbólica por parte de Berlín en ese asunto?, se preguntan ya muchos en vísperas de su presidencia alemana de la UE.

Alemania parece tener las manos atadas frente a Israel por el genocidio cometido contra el pueblo judío. Ello explica, por ejemplo, que en mayo del pasado año se aprobase en el Bundestag (Parlamento Federal) una condena como "antisemita" del movimiento de boicot a ese Estado por sus violaciones de los derechos humanos de los palestinos.

Pero el crimen, ciertamente horrible y único, del Holocausto no puede servir de pretexto para que Europa siga más tiempo inactiva ante los atropellos que cometen hoy las víctimas de entonces. Israel debe ser tratado como cualquier otro Estado ¡Basta de protestas sólo verbales!