El coronavirus ha golpeado a las Islas. Nadie hasta la fecha es capaz de cuantificar la factura real de la pandemia en su derivada económica, porque en la sanitaria, por desgracia, los terribles datos son de sobra conocidos, pese a ser uno de los territorios menos afectados del país. Hay voces disonantes e incluso agoreros que vaticinan el fin de los días por la desaparición temporal del sector turístico, pero la realidad es que poco sabemos del futuro y todo depende de numerosos condicionantes: el principal, si asistiremos a un rebrote del coronavirus en otoño.

Esta misma semana, la consejera de Economía, Conocimiento y Empleo del Gobierno de Canarias, Elena Máñez decía que, aunque la incertidumbre persiste y todas las previsiones hay que tomarlas con cautela, las primeras semanas de desconfinamiento apuntan a un escenario de deterioro económico más moderado en comparación con las perspectivas más catastrofistas.

Es un mensaje de optimismo que difiere de las previsiones del consejero de Hacienda, Presupuestos y Asuntos Europeos, Román Rodríguez, que sitúa el fin de la crisis en un plazo de tres años. En resumen, el retrato actual de las Islas se resume en una sola palabra: incertidumbre.

Las instituciones han debido improvisar cada acción para evitar una catástrofe social, se han visto obligadas a reunir telemáticamente a los grupos de la oposición y a los agentes sociales para tomar decisiones que evitaran el colapso del sistema. Algunas se aprobaron por unanimidad y otras se quedaron en el camino por la politización del proceso. Lo hemos observado a nivel nacional, donde el entendimiento se torna imposible.

Sin embargo, las Islas han dado una lección de unidad en la lucha contra la pandemia. Ocurrió en Santa Cruz de Tenerife, donde en el último pleno de mayo se aprobó por unanimidad un pacto para paliar los efectos de la crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19 en el municipio. Las acciones se recogen en una moción institucional, consensuada por todos los grupos políticos del Consistorio, bajo el título 'Santa Cruz ante una nueva realidad'. Entre ellas, se encuentran la reorientación de los gastos de la Corporación para tejer una red de seguridad que proteja a los ciudadanos, con especial atención a los más vulnerables; la posible exención del cobro de tasas de nuevas licencias de obra y construcción, así como de las nuevas licencias de apertura que se soliciten en el segundo semestre del 2020; la apuesta "valiente" por la peatonalización de las calles, y la modificación de las ordenanzas municipales para facilitar la recuperación económica y social de la capital. Es sencillo, aunque parezca complejo. Es pensar en el ciudadano, en las personas que peor lo están pasando desde el punto de vista económico y guardar en la gaveta viejas rencillas y enfrentamientos. Así, solo así, se puede auxiliar a las personas.

También el Cabildo de Tenerife dio una lección de política al aprobar un plan de choque dotado con casi 150 millones de euros para hacer frente a las primeras consecuencias de la crisis ocasionada por el Covid-19. Es la propuesta más contundente posible ante un futuro económico incierto en el que los ingresos de la Institución pueden reducirse en al menos 252 millones de euros. Un descenso que no había sucedido ni en los peores momentos de la crisis económica de 2008, pero lejos de quedar a la espera para conocer con exactitud todos los recursos disponibles, el equipo de gobierno sacó adelante las partidas económicas necesarias para impulsar acciones enfocadas a los colectivos más vulnerables.

Otro buen ejemplo es el del Ayuntamiento de La Laguna, que ha puesto en marcha un plan de choque para combatir los efectos de la crisis sanitaria con la complicidad incluso de la Universidad de La Laguna.

También el presidente regional, Ángel Víctor Torres, logró firmar, el Día de Canarias, el Pacto para la Reconstrucción del Archipiélago, aunque esta vez faltaron las rúbricas de PP y Ciudadanos, partidos de la oposición parlamentaria.

Son ejemplos de cualidad política lejanos a lo que acaece cada día en las Cortes Generales, donde impera el enfrentamiento y, en ocasiones, la sinrazón. Canarias puede respirar: las instituciones velan por la ciudadanía. De momento.