"Los límites de mi son los límites de mi mundo", Ludwing Wittgenstein

El lenguaje que elegimos tiene un gran poder para transformar nuestra realidad, nos hace percibir nuestro entorno de miles de maneras. El lenguaje va estrechamente ligado a nuestras emociones, a las motivaciones y al sentido del bienestar. Pensamos que es "gurú" cuando realmente es ciencia.

A nivel neurológico, el uso del lenguaje positivo genera cambios perceptivos, incluso sobre la manera en la que nosotros nos percibimos y valoramos. Según los estudios neurocientíficos, las palabras negativas hacen que liberemos cortisol, la hormona provocadora de estrés. Es por eso por lo que desde el campo psicológico insistimos en hacer un uso adecuado del lenguaje, en unos términos de avance y desarrollo que más que debilitar, engrandezca y seduzca la salud física y mental de la persona.

Uno de los principales expertos en esta materia a nivel mundial es el neurocientífico Mark Walman de la Universidad Loyola Marymount (Los Ángeles); asegura que el cerebro se vuelve más saludable cuando empezamos a usar "tres, cuatro o cinco expresiones positivas por cada una negativa". Tomar conciencia de un uso del lenguaje creciente y positivo es la base para una comunicación con poder.

Hay ejemplos que podemos llevar a nuestro desarrollo diario, un "todavía" es más eficaz que un "no". Se dice que el "pero" es el mayor borrador del mundo; cuando sigue a una afirmación tiene el poder de anular aquello que dijiste.

Es interesante analizar los tiempos verbales que utilizamos, los condicionales restan certezas a nuestros discursos, y los discursos de futuro minimizan las hipótesis para convertirlas en ciertas.

Olvídate del "fracaso", del "problema" y de la "culpa"; te propongo un cambio por "error", "reto" o "posibilidad".

A veces creemos que el lenguaje positivo es disfrazar la realidad o no ser conscientes de ella, cuando realmente nos referimos a elegir un lenguaje adecuado para que la realidad no nos paralice. Nuestra tarea como líderes es estimular y representar un camino certero para que otros puedan caminar sin miedos.

Todos los que tenemos responsabilidad en tareas directivas, en la dirección de proyectos, en la gestión de gobiernos, en la educación de nuestros hijos o la inmensa y placentera responsabilidad de enseñar, educar y desarrollar nuestras pequeñas almas que serán los adultos del futuro, tenemos la obligación de hacer un uso responsable del lenguaje; es independiente de razas, colores, religiones o eso que llaman ideologías€y que yo sustituyo por ideas, ahora más que nunca.

Dirigimos países, comunidades, municipios, cabildos, diputaciones, Estados€Y yo me pregunto, ¿somos conscientes de cómo comunicamos eso que queremos decir? ¿Somos conscientes del impacto emocional que conlleva las palabras que escogemos?

El lenguaje es una forma de ver el mundo, de conectar; cuantos más lenguajes dominemos, más formas tendremos de ver el mundo, el lenguaje de la calle, el lenguaje de los jóvenes€

Si cuidas tus palabras, el lenguaje cuidará de ti. Las palabras positivas nos ayudan a percibir la parte favorable de nuestro mundo, condiciona la construcción de nuestro pensamiento, de nuestra creatividad, nos aporta energía€

El "SI" es la palabra más poderosa por excelencia, te dará poder, tu cerebro se abrirá a la creatividad, a la curiosidad, a la admiración, ¡úsalo!

Las palabras también duelen, hacen daño€ somatizamos mediante lo que nos hacen sentir esas palabras que oímos; los investigadores dicen que las palabras son físicas y tienen poder.

Como lo tiene un médico cuando nos da un diagnostico; sus palabras pueden ofrecernos un futuro más certero o más dudoso para nosotros. Tienen poder en los colegios, en las aulas, en nuestros hogares, en nuestras relaciones diarias, en las organizaciones, en la política, en la sociedad.

Más allá del marketing político y de las estrategias está el valor que nosotros queramos ofrecer a nuestros discursos, y la clave está en la forma en la que construimos nuestro lenguaje para hacerlo más habitable; ese concepto que me encanta, el de las palabras habitadas. Esas palabras que generamos y que crean un espacio de convivencia para los demás, donde las personas se sostienen, donde queremos estar, donde nos sentimos comprendidos, donde permanecer se convierte en placer, donde recibimos certezas€

A lo largo de esta reciente experiencia de vida hemos admirado a líderes mundiales que han elaborado sus discursos desde un lenguaje lleno de significado para su ciudadanía, implicándolos y creando identidad; una de las características que han tenido en común es ese poder compasivo del lenguaje, más dirigido a la escalada que a la desescalada lingüística, más dirigido a la certeza que a la incertidumbre, más dirigido a visualizar una salida lógica, donde nuestra mente está más entrenada, y es capaz de identificarse con soluciones positivas automatizadas. Más pedagógico por unir una fase a una inercia de escalada frente a una desescalada con fases ascendentes. Detalles lingüísticos que quizás no redunden en un estado confortable o habitable.

El futuro pasa por educar a nuestros ojos para dirigirnos a otro lugar, generosidad, compasión, bondad, respirar con el otro; perdonarnos a nosotros mismos ayuda a perdonar a otros, amor, dignidad, esperanza, amabilidad, deseos de no hacer invisible al otro.

Ese es el futuro, que ya es presente del liderazgo hoy.

(*) Psicóloga. Asesor Coach Político CEO ETIK