El Banco Central Europeo decidió ayer ampliar el programa de emergencia para combatir el destrozo económico provocado por la pandemia con 600.000 millones más, que se sumarán a los 750.000 millones de euros ya anunciados en marzo. En total, el Banco Central dispondrá de 1,35 billones de euros, para mantener a raya las primas de riesgo nacionales y paliar una caída del PIB en la eurozona que se estima cercana al 9 por ciento para el conjunto de 2020, con un desplome del 13 por ciento en el segundo trimestre, que acaba de concluir, y que los economistas consideran 'zona cero' de la recesión, el momento más grave, cuando hubo que combatir la enfermedad con confinamiento y suspensión total de cualquier actividad productiva no esencial.

La presidenta del banco, Christine Lagarde, aseguraba ayer que el colapso económico de los países de la eurozona tocó fondo este mes de mayo, pero que aún existe una gran incertidumbre, dada la moderada recuperación que se ha producido. Tras el anuncio, la prima española cayó por debajo de los 90 puntos, diez menos que ayer: una buena noticia, como lo es también poder contar con más munición para evitar otra crisis de la deuda soberana. Y es que -al ritmo actual de compras de deuda-, las reservas del banco se agotarían antes de finales de octubre€

Pero aunque el banco central demuestre su intención y voluntad de ayudar a los países a no hundirse, el dinero no es ilimitado. Lo que hace Europa es desviar fondos para la reconstrucción a evitar una nueva crisis de la deuda. El dinero que se meta para deuda dejará de invertirse en reconstrucción. Y España va a necesitar recursos para evitar que se dispare el riesgo de su deuda -eso nos colocaría es una crisis fiscal sin precedentes- pero también para reconstruir una economía devastada por el hundimiento del turismo.

De hecho, todos los datos que se manejan son muy alarmantes: la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal -la Airef- empeoró drásticamente ayer las previsiones presupuestarias de déficit anunciadas hace un mes, que suben ahora a una horquilla de entre el 11,1 y el 14 por ciento, entre algo más de dos puntos a algo más de cinco por encima de la media de la eurozona, alejándose aún más del optimista cuadro fiscal presentado por el Gobierno Sánchez. El organismo independiente que tiene la responsabilidad de velar para que las cuentas públicas se cumplan, coincide con el Banco de España en reclamar un esfuerzo de consenso político para discutir y aprobar ya un plan para reequilibrar las cuentas, en cuanto salgamos de la crisis sanitaria. Pero no parece que Gobierno y oposición este por esa labor: han demostrado su capacidad para pelearse por asuntos sin demasiada enjundia, pero cuando se trata de controlar lo que se está metiendo en gasto público, nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato, y menos que nadie el Gobierno Sánchez, instalado en todo lo que tiene que ver con la contención del gasto en una atolondrada y veloz huida hacia adelante.

A este paso, el sistema será insostenible antes de acabar el año: vamos camino del rescate. Ya se estaría tramitando si Europa no estuviera también cabalgando en dirección a un déficit que seguirán pagando nuestros nietos.